Cuando tus pecados te quieran separar del dulce amor de Dios, ¡no lo permitas! Eres demasiado valioso(a) como para dejarte hundir y perder en el abismo profundo de la perdición.
Cuando tu culpa te acuse y a tu mente lleguen los señalamientos, queriéndote decir que Dios no te perdonará más porque has llegado al límite de tu culpabilidad.
Cuando la mentira que entreteja el diablo para turbarte, hacerte desviar y separarte de tu Padre, te inquiete tanto que hasta el sueño pierdas. Y queriendo guardar silencio para que nadie pueda darse cuenta de lo malo que has hecho, trates de ocultarte y alejarte porque piensas que no habrá una nueva oportunidad para ti. Que es imperdonable lo que has hecho y que has perdido la salvación.
Quiero recordarte que el sacrificio de Jesús, sigue siendo y estando vigente. Su sangre te liberta y limpia de ese pecado que has cometido. Él lo borra, lo sepulta, lo arroja a lo más profundo de la mar y se convierte en tu abogado.
Ya no te acuerdes más de las cosas pasadas. ¡Levántate y apártate del pecado! Dios te brinda una nueva oportunidad de que vuelvas a comenzar.