No apartes tus ojos de la recompensa. Dios está contigo en todo momento y te ayuda a superar las pruebas
Todos vivimos momentos difíciles, situaciones adversas que no planeamos y que debemos afrontar como hijo de Dios. El mismo Jesús nos enseña cómo afrontar procesos. Su pasión, muerte y resurrección nos muestran la forma de salir victoriosos de la prueba porque debemos ser cuidadosos de actuar correctamente y no echar a perder nuestra recompensa.
La recompensa de Jesús eres tú. Por ti pasó la prueba y derramó Su sangre. Cada vez que vivas un proceso difícil, debes convencerte de que al final hay una recompensa esperándote. Mantén los ojos puestos allí, no desmayes porque nuestra fe en Dios tiene un galardón.
Jesús ya sabía lo que viviría, el Padre se lo reveló desde siempre y lo preparó para salir victorioso, lo leemos en Lucas 18: 31-34. Dios te prepara para afrontar los procesos que vienen sin razón, aquellas dificultades que parecen caer de sorpresa y que no son provocadas por nuestros pecados.
Demuestra tu fe ante la tormenta porque todo lo puedes superar en Cristo que te fortalece. Estás diseñado para soportar lo que venga pero debes estar conectado al Padre a través de Su Palabra y tu vida de servicio. No pretendas que la vida mejore y avance si tienes una relación distante con Dios.
Lo primero que hace Jesús ante la prueba es doblar Sus rodillas y pedir la voluntad del Padre. Doblar tus rodillas ante el Señor es la clave para demostrar que le entregas todo cuanto te sucede y confías es Él. Tener la convicción de dejar todo en manos del Señor nos da fortaleza para afrontar lo que venga. No dejes de buscarle para que nunca te falten Sus fuerzas. Jesús mismo lo necesitó, ¡imagina cuánto lo necesitamos nosotros también!
Jesús actuó correctamente durante Su pasión y muerte porque tenía comunión con el Padre. Por el contrario, los discípulos fueron débiles. La noche que apresaron a Jesús, no oraron y se quedaron dormidos porque estaban deprimidos. La tristeza adormece pero el gozo del Señor es nuestra fortaleza. El buen ánimo es importante porque ahuyenta la depresión que nos hace tomar malas decisiones, incluso libera de la enfermedad. ¡No te duermas! No permitas que la depresión se apodere de tu vida porque el que está dormido no puede ver lo que Dios quiere y hace.
Busca el gozo del Señor. Tú decides cuánto tiempo quieres que la tristeza reine en tu vida. La decisión de vivir felices es de cada uno ya que no existe ningún suero de la alegría que mágicamente nos de bienestar. Alégrate, el mundo no se acabó cuando perdiste aquello que valorabas tanto, mira en cada problema la oportunidad de volver a comenzar.
El Señor te pide que te acerques y leas Su Palabra pero no lo haces y después lloras, te lamentas y buscas que los hombres te den soluciones cuando el único que puede restaurarte es el Señor. En la prueba es donde Dios sabe cuánto dependes, crees y esperas en Él, poniendo en práctica lo que te ha enseñado.
Cuando llegaron a apresar a Jesús, Pedro reaccionó mal, lo leemos en Lucas 22:49-50. No intentes solucionar las cosas según tus métodos humanos. Ante la prueba no levantes la espada sino la fe que tienes en el poder de Dios. Obtendrás la victoria el día que dobles tus rodillas, tengas tus ojos puestos en la recompensa, veas que Dios te ha preparado para afrontar la dificultad y hagas Su voluntad, dejando de lado tu debilidad.
Dios no se olvida de ti, te conoce por nombre, sabe lo que estás pasando y te espera al otro lado con tu recompensa. Todo lo que sucede es para que camines, avances, creas y te aferres a tus promesas. Sin muerte no hay cambio. Debemos sacrificarnos, morir al ego, al orgullo, llevar nuestra vida a la cruz para que resucite un hombre nuevo.
La intensidad de la prueba sólo es el aviso de la intensidad de la recompensa, de la gloria que se manifestará. Tu Padre nunca abandona, Su diestra te sostiene y auxilia para superar cualquier dificultad. No desmayes, tu recompensa está en las manos del Señor, justo del otro lado, allí donde descansarás victorioso.
Por: Pastor Hugo López
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