Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados” Lucas 5:20
Esta es la historia de cuatro hombres que se pusieron de acuerdo en pos de un objetivo: La sanidad de un amigo paralítico. Habían escuchado que Jesús de Nazareth tenía poder para hacer milagros y no lo dudaron. Se pusieron de acuerdo en llevar al enfermo a donde Jesús estaba. Imaginemos que la misión no fue muy sencilla. Cargando con la camilla del amigo a cuestas llegaron al lugar en donde Jesús estaba. Era tal el gentío que se les hacía casi imposible acceder al Maestro. Pero los obstáculos no los desanimaron. ¡No se iban a rendir fácilmente! No habían ido a aquel lugar para volverse con las manos vacías. Tanto trabajo y sacrificio no podía quedar sin recompensa. Decidieron hacer un último y gran esfuerzo. Con el enfermo a cuestas, subieron al techo de la casa, hicieron un hueco y por él, bajaron al amigo enfermo hasta ponerlo delante mismo de Jesús. Una parte de la tarea estaba hecha. Ahora faltaba el milagro. El relato de Lucas nos dice que Jesús, al ver ese acto de fe de aquellos hombres, concedió al lisiado el perdón de sus pecados y, además, la sanidad para su cuerpo enfermo. ¡Ahora sí, misión cumplida! Volvieron pues los cuatro amigos con el premio a su fe y esfuerzo. ¡Y el lisiado, con la camilla debajo de sus brazos! Lucas nos dice que Jesús vio la fe de ellos. ¿Cómo puede ver Dios algo abstracto como la fe? Pues lo ve en las acciones que las personas de fe realizan. Cuando alguien se acerca con fe a Dios, cuando se abre el corazón a Jesucristo, cuando se lee La Biblia y se cree a sus verdades, cuando se busca agradar a Dios a través de una vida alineada a su voluntad, cuando se elevan oraciones al cielo sabiendo que llegarán las respuestas. Así, se le demuestra a Dios la fe. Y Él siempre premia a los hombres de fe. Amigo de las mejores palabras. Buscá la ayuda de Dios. Esforzate por acercarte a Jesús. Demostrale que le tenés fe y pedile tu milagro. ¡Serás recompensado como lo fueron aquellos cuatro amigos
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