Le respondió Simón Pedro: Señor ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”
Juan 6:68
Cuando Jesús hablaba, algunas personas se sentían ofendidas por su mensaje. Otros no lo consideraban interesante. Por eso muchos rechazaban sus palabras. Al ver aquella reacción, el Señor dirigió a sus discípulos aquella pregunta. La respuesta inmediata de Simón fue firme y segura. Él y sus compañeros sabían que de labios de su Maestro recibirían las mejores palabras y las mejores enseñanzas para vivir felices.
Vivimos tiempos en que los hombres sueltan sus opiniones y pareceres sin, en muchos casos, detenerse a pensar sobre la utilidad y el beneficio de los mismos. Un antiguo proverbio dice. “Que tus palabras sean mejores que tu silencio”. Asistimos hoy día a una catarata de discursos, afirmaciones, ideas y postulados dichos con contundencia pero carentes de fundamento. Con las palabras se puede ensalzar y elogiar. Pero, también, humillar, avergonzar y destruir a los demás.
Amigo lector, durante la vida nuestros oídos escuchan millones de palabras. Pero solo las que Dios nos dice desde la Biblia tienen el poder de transformar el corazón humano. Aquel que nos formó en el vientre de nuestra madre tiene la respuesta para el vacío del alma. Te animo a que busques esas palabras de vida eterna. En ellas hallarás la verdadera felicidad
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