El Evangelio de Hoy DOMINGO 19 DE JUNIO DE 2011
"Los hombres tienen con frecuencia bastante religión para sentirse enemigos de los que tienen otra; y muy pocas veces tienen la religión necesaria para amarse los unos a los otros".
*Domingo. XII semana del tiempo ordinario.*
¡Bienvenidos. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!
“El Señor este con Uds.”.Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo Resucitado que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.
Con alegría leamos la palabra.
“Habla Señor, qué tu siervo escucha”.
Señor, creo en las Sagradas Escrituras que voy a leer,se que contiene Tu Santa Palabra.Haz que la escuche con todo respeto y amor.Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla con fidelidad lo que Tú quieres de mí.Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio de Tu Palabra, Tu Divina voluntad, lo que puedo y debo lo, que debo y puedo modificar,y que no depende de mi cambiar, como debo conducirme en los acontecimientos de la vida.Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a Escuchar Tu Palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerle...En TI esta la Luz y la salvación.Amen, y Amen
Primera lectura
Éxodo 34,4b-6.8-9
En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él, proclamando: "Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad". Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: "Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya." Palabra de Dios.
Meditación
*Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso*
El pueblo, liberado de Egipto, ha alcanzado su meta: el Sinaí. En el itinerario, la preocupación de Dios por Israel ha sido continua y solícita, pareciéndose a un águila que, bajo sus alas, custodia y defiende a sus polluelos de todo peligro hasta que se valen por sí mismos (Ex 19. 4).
Moisés no ve a Dios, pero siente su presencia gozosa; el pueblo tampoco lo ve con sus ojos; pero tanto el uno como el otro, meditando en su historia, llegan a captar su persona, su modo habitual de actuar. Y nosotros, hombres del siglo XX, queremos prescindir de esta presencia de Dios en nuestra historia, de esta forma de entender su persona, y nos empeñamos en querer "verle" con los ojos de la razón. En el fondo, ¿quién tendrá razón? Los cinco libros atribuidos a Moisés y que llamamos Pentateuco (="cinco libros") fueron compuestos a partir de tradiciones diversas, que se remontan en muchos casos, a los orígenes del pueblo de Israel. De especial importancia son las conocidas con los nombres de tradición "yavista" y de tradición "elohísta". Ambas se refieren ordinariamente a los mismos hechos, pero de manera distinta. La primera y más antigua designa a Dios con el nombre de Yahvé a partir del relato de la creación, tiene un estilo vivo y lleno de color, y nos ofrece una respuesta a los grandes interrogantes del hombre; la segunda designa a Dios con el nombre de Elohím, su estilo es más sobrio, y su contenido de una moral más exigente, también acentúa más la trascendencia de Dios. La diversidad de tradiciones permite la única explicación plausible a las continuas repeticiones en el texto del Pentateuco. En el capítulo 34 del Ex tenemos la versión yavista de la alianza del Sinaí. De este capítulo ha sido tomada nuestra lectura.
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Interleccional: Daniel 3, 52-56. *A ti gloria y alabanza por los siglos. * Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. Bendito eres sobre el trono de tu reino. Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos. R. Bendito eres en la bóveda del cielo.
SEGUNDA LECTURA 2Corintios 13,11-13
Hermanos: Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.
Meditación
*La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo*
Es muy probable que la fórmula del v. 13, utilizada también en la liturgia eucarística actual, no sea creación de Pablo, sino recogida de algún ambiente circundante, probablemente también de alguna liturgia. Es interesante que en una fecha tan temprana como esta carta (escrita seguramente, aun teniendo en cuenta sus posibles diversos fragmentos, hacia finales de los años cincuenta) ya existan formulaciones tan claras del misterio fuente del cristianismo. Y que se puedan utilizar suponiendo que los destinatarios las oyen y entienden. Es decir, que la reflexión y, sobre todo, la vivencia trinitaria es muy temprana en la Iglesia, no es una elucubración teológica tardía. El mencionar a la Trinidad hace ver que es algo no meramente teórico, sino importante para la vida del cristiano. Y ello aparece más al reflexionar en esas tres palabras vinculadas a "los tres" de la Trinidad: gracia (don), amor, comunión. Las llamadas personas divinas no son algo lejano y abstracto, misterioso o irracional, revelado para poner a prueba la capacidad de renuncia del hombre, de su entendimiento, sino seres que se comunican con el hombre, que establecen relación con él, que le hacen vivir de otro modo. Todo ello dentro de nuestro limitado lenguaje para hablar de ese misterio. Pero lo principal no es la correcta formulación dogmática del mismo, que aunque lo sea resulta a menudo irrelevante para la vida real del cristiano, sino la experiencia de sentirse amado y unido con el Dios Uno y Trino, con lo más transcendente y superior a todo lo que podamos imaginar. Ese Dios nos ama, se entrega a nosotros y nos une con Él. Nada menos. Conclusión de la segunda carta a los Corintios, que tiene muchas semejanzas con las conclusiones de otras cartas. No obstante, en esta está muy presente la situación de la comunidad de Corinto, marcada por las divisiones internas y el cuestionamiento que algunos hacen del ministerio de Pablo. La alegría, fruto de la fe en Jesucristo, es un motivo presente en otros pasajes de las cartas paulinas. También lo es la "paz", pero en este caso tiene un énfasis especial, dada la situación de la comunidad. Si no viven en paz, ¿cómo podrá estar presente en medio de ellos "el Dios del amor y de la paz"? El "beso ritual", típico de las primeras comunidades es un gesto que hace visible la comunión profunda entre los miembros de la comunidad. Pablo no descuida expresar la comunión entre las diversas comunidades; por eso transmite el saludo de" todos los santos". La fórmula final, que hallamos en la conclusión o en el encabezamiento de otras cartas, es un deseo de bendición en el que se atribuyen a Jesucristo, a Dios y al Espíritu los bienes de la gracia, el amor y la comunión.
El Evangelio de hoy
Jn 3,16-18
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. Palabra del Señor.
Reflexión
*Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve por él*
En el capítulo 3 del evangelio de Juan encontramos el encuentro de Jesús con Nicodemo, un maestro de la ley. Más tarde, lo volveremos a ver defendiendo a Jesús frente a las acusaciones sin fundamento de los fariseos, aunque con poco éxito (7,50), y después de la muerte de Jesús, ayudará a José de Arimatea a bajar el cuerpo de la cruz y sepultarlo (19,38-39). El diálogo con Nicodemo es complejo, porque a Juan le gusta contar las cosas con juegos de palabras e insinuaciones; así deja entrever que el mensaje de Jesús y su persona son más grandes de lo que podría explicarse en una frase. En dos ocasiones Nicodemo pregunta «¿cómo puede ser eso?» porque Jesús le está hablando en símbolos y él no le entiende. «Nacer de nuevo» significa «nacer del agua y del Espíritu», es decir, del bautismo, que renueva de raíz la vida de la persona bautizada. El maestro de la ley se extraña porque está pensando en un nuevo nacimiento físico. Por eso Jesús tiene que explicarle despacio su mensaje. Juan utiliza muchas veces esta técnica en su evangelio: Jesús menciona algo como símbolo (el nacimiento, el agua, el pan del cielo…) y los que le oyen creen que está hablando de elementos físicos y cotidianos. Así Jesús tiene que hacer de educador, acompañando a la persona que no entiende hacia una sabiduría muy profunda. El evangelista no solo pensaba en su comunidad, sino también en nosotros, que siglos después todavía leemos su relato y nos maravillamos ante el misterio de Jesús. Nos pide la actitud del discípulo, del alumno, del que está dispuesto a aprender de su maestro. No nos sirve cualquier maestro, porque solo Jesús tiene palabras de vida; y tampoco a Jesús le sirve cualquier discípulo, porque solo se dedica con paciencia a los que están dispuestos a escucharle.
El breve texto de este domingo toca el núcleo de la fe cristiana: ¿Por qué ha venido Jesús al mundo? Cada palabra de la respuesta de Juan tiene un sentido muy hondo.
Tanto amó Dios al mundo. Todo empieza por el amor de Dios. Este es el origen de cualquier movimiento de Dios hacia las personas, y también la convicción por la que debería empezar nuestra evangelización. Sin la conciencia profunda de que todo proviene del amor de Dios, nuestro mensaje se queda fofo, vacío. Mucha gente que desconoce el cristianismo cree que lo más importante de nuestra religión es una serie de prohibiciones que llamamos pecados. Otros, que conocen un poco más, admiran el mandamiento del amor: «amaos los unos a los otros». Pero nada tiene sentido si nos olvidamos de dónde ha comenzado todo: en el amor inmenso de Dios. Solo cuando ha quedado claro este punto, vale la pena seguir adelante y conocer más a Jesús.
Dio a su hijo único. ¿Qué ha hecho Dios por amor?, el regalo más grande que puede hacer nadie, darse a sí mismo, regalarse a la humanidad en la persona de Jesucristo. La entrega de Jesús incluye también el extremo al que llegó: dar la vida por amor en la cruz. Es un regalo gratuito de verdad, que no espera nada a cambio.
Para que quien crea en él no perezca. ¿Qué hubiese pasado si Dios no hubiese dado a su Hijo? ¿Cuál es la esperanza de la humanidad sin Dios? Juan responde con el verbo «perecer». Sin Jesús —dice—, todo lo demás pierde el sentido; la vida misma no es más que el sucederse de hechos sin destino, sin objetivo. Para el evangelista todo el sentido del mundo está en Jesús, incluso las vidas de aquellos que desconocen al propio Jesús. Dios nos ha querido hablar de muchas maneras para expresarnos su amor, pero lo ha hecho de forma definitiva en Jesús; por eso conocerlo y seguirlo es lo más grande a que un ser humano puede aspirar.
Sino que tenga vida eterna. La vida es el gran don de Dios. Ya las religiones antiguas intuyeron que «los dioses» daban vida, y por eso hacían sus ritos en manantiales de agua, en bosques…, en lugares donde bulle la vida. Para Juan la vida no es solo la biológica, sino también la plenitud del ser humano que ha encontrado a Jesús y se decide a seguirle.
Dios no envió a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. Muchos grupos judíos del siglo I esperaban un Mesías enviado por Dios. Algunos lo veían como el juez del final de los tiempos, que dará a cada uno su merecido; el pueblo de Israel iba a ser rescatado de la opresión, y los pueblos extranjeros serían castigados. Frente a esta idea que subrayaba la condena, el evangelio de Juan quiere resaltar la libertad. Dios no envía a su Hijo para condenar; Jesús no viene para fastidiar. Lo que Jesús nos trae no es un listado de normas que nos hace infelices, que limita nuestras posibilidades, que nos hace ser menos humanos. Todo lo contrario, su mensaje nos permite entender de forma auténtica qué significa ser humano: dar la vida por los amigos. Solo el amor puede ser la respuesta a las aspiraciones del alma. Cualquier sucedáneo, cualquier respuesta parcial, acabará volviéndose en contra de la propia persona.
El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, porque no ha creído en el hijo único de Dios. Termina el fragmento insistiendo en la libertad. Dios no condena, Dios no castiga; él deja que el ser humano decida. Junto a la libertad está la responsabilidad, que tantas veces nosotros olvidamos. Las decisiones humanas tienen sus consecuencias, pero no porque Dios se enfade, sino porque cada decisión implica siempre emprender un camino, y todo camino lleva a alguna parte. Juan le pone un nombre a la decisión fundamental: la fe, el creer. Para él, la vida se juega entre creer o no creer que Jesús es el Hijo de Dios. Quizá dicho así suene demasiado simple; hay que tener en cuenta que para Juan «creer» no es asentir a una idea, un concepto, sino aceptar con toda la vida que Jesús, como enviado de Dios, nos hace personas nuevas. Es un asunto que implica la vida entera.
Como siempre, el evangelio es una invitación. Nos llama a considerar sus palabras despacio, a pensarlas en profundidad. ¿Y si fuese cierto? ¿Y si Jesús fuese el camino para encontrar a Dios y para encontrar al ser humano? ¿Y si creer en él fuese el primer paso de una vida plena y auténtica? ¿Podemos quedarnos de brazos cruzados mientras millones de personas todavía no lo conocen? ¿Podríamos hacer algo para aceptarlo de forma más convencida y anunciarlo con más transparencia?
Dios Padre, que al enviar al mundo al Verbo de verdad y al Espíritu de santidad, revelaste a los hombres tu misterio admirable, concédenos que al profesar la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos la unidad de su majestad omnipotente.Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Señor Jesús, yo confieso que he pecado contra Ti, por favor perdóname por haber andado en mi propio egoísmo y limpiadme. Yo te recibo como mi Señor y Salvador. Yo creo que Tú eres el Hijo de Dios, quién vino a la tierra, murió en la cruz, derramo su Sangre por mis pecados, y se levanto de los muertos. Dame tu fuerza, Señor. Ayúdame a vivir mi vida de forma que te agrade. Gracias por abrir el camino para yo poder orar a Dios el Padre, en tu nombre. Yo me regocijo en tu promesa, de que viviré contigo toda la eternidad en el cielo.Señor bendice nuestra casita y a todos sus integrantes de este bello grupo familiar y de amistad, que en sus corazones brille la paz, también en cada uno de sus familias, que todos gocen de buena salud, al igual que sus familiares. Que no exista los celos y la envidia, porque todo esta hecho con dedicación amor y trabajo. Te lo pedimos Padre Amado en el nombre de Tu Hijo Jesucristo. Alabado seas Señor, Bendito sea tu Santo Nombre Señor.
Amén y Amen
GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS
* Te agradecería compartieras con tus amistades este mensaje. Con el mayor de mis respetos. Saludos,Dios los Bendiga. *
GRACIAS POR TU AMISTAD
FELIZ DIA.
Hermes Sarmiento G
De Colombia
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