Más el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”
Mateo 13:23
Jesús usaba con frecuencia de parábolas para hacerse entender por quienes lo escuchaban. En esta, la del sembrador, se refiere a la palabra de Dios como la semilla, y a al corazón del hombre, como el surco. Y dice, que si esa palabra es recibida gustosamente como venida de parte de Dios, el resultado es una vida fructífera y productiva.
Vivimos en una época en la que la palabra productividad está muy de moda. Pero el concepto que se le da es muy diferente al que le da Dios. Es productivo aquel que produce algo material. El que rinde. El que cumple con eficiencia su rol como un engranaje más de la rueda del consumo. Por eso las oportunidades son solo para los jóvenes, para los “capacitados”, para los fuertes, para los que pueden dar el máximo con el mínimo de exigencias. Entonces muchos dejan de producir por que se los desecha.
Amigo lector, cuando el mundo actual cierra su puerta, Dios abre la suya. Si decidís decirle basta a una vida por debajo de tus reales posibilidades, si te cansaste de esperar oportunidades que nunca nadie te dará, si no te resignás a tus sueños y esperanzas, este es tu tiempo de cambio. Recibí a Jesús y su palabra en el surco de tu corazón y te asombrarás de lo que serás capaz de hacer.
Iglesia Nueva Vida | Av. Cabildo 3546 Pastor Edgardo Eliseiry
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