Venid pueblos,
y reconoced el poder de Dios,
mirad la obra de sus manos
y admiremos
con vuestros propios ojos
su majestad.
Por un momento,
quitemos la mirada
de nuestras debilidades,
por un momento
dejemos de pensar
en nuestros fracasos.
Pueblo valiente
de otros tiempos,
pueblo
de adoradores
de la historia.
Levantemonos
y volvamos
a los tiempos antiguos,
no por nuestras
propias fuerzas,
sino por el poder
indescriptible de Dios.
El viene a renovar a su pueblo,
al remanente de sus hijos
que en el campo de la batalla
siempre ha estado dispuesto.
El tiempo de la cosecha esta llegando,
ya las aves, emigran hacia el verano,
y los pelicanos cantan
ante la salida del sol.
Pueblo de valientes,
erguios,
y preparad vuestros corazones,
que la sonrisa volvera
a vuestros rostros,
y seremos como niños,
olvidando lo que queda atras,
y volaremos sobre las alturas
de la tierra
y nuevamente
disfrutaremos de lo mejor,
y las alas de Jehova
nos cubriran
y nos guiara
por las sendas de justicia.