Santiago 5:16 (B)

Las palabras del apóstol Santiago hablan de justicia y oración eficaz. ¡Qué hermosas suenan! Pero, para que la idea pueda ser captada con claridad, es importante entender el concepto de justicia que la Biblia le da. Es justo aquel que ha confesado a Jesús como su Señor y Salvador personal. La fe entonces lo “justifica” ante el trono de Dios. Puesto que Jesucristo en la cruz pagó por el pecado de la Humanidad, quien se arrepiente de sus faltas es aceptado cono hijo de Dios. Así entonces es “justo” ante sus ojos.

También Santiago nos dice que las oraciones que eleva un justo tienen una gran eficacia, significa, que son súplicas que el Creador recibe gustoso y las responde con seguridad absoluta. Cuando pensamos en esto, imaginamos esas oraciones como flechas acertando en el centro mismo del blanco al que fueron disparadas. Y el blanco, es el corazón mismo de Dios. La oración de un justo es eficaz porque pide lo que Dios espera que le pidan.

¿Entonces, según la Biblia, Dios escucha solamente a sus hijos? Así es, solo sus hijos, los justos, saben pedir de acuerdo a la voluntad de su Padre Eterno. Los seres humanos, en su mayoría, se acuerdan de Dios en casos muy extremos. Solo cuando el agua amenaza llegar al cuello surgen desesperados pedidos de ayuda. Y una vez superado el apuro se lo relega a Dios a un lugar secundario. Hasta la próxima necesidad. Pero difícilmente esas oraciones reciban respuesta favorable.

Amigo de las mejores palabras, para que Dios te responda primero tiene que justificarte. Y para eso, debés aceptar en tu corazón a su Hijo Jesucristo. Al pedir perdón por tus pecados recibirás su perdón. Entonces serás recibido como hijo, y como tal tus oraciones tendrán grandísima eficacia.

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