Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”
Santiago 1:6
Las palabras de Santiago son las que nacen de un hombre que había puesto su vida al servicio de Dios. Sin medias tintas, de una manera incondicional. Como seguidor de Cristo, tenía en su Maestro el ejemplo vívido de alguien que había dado aún su propia vida en pos de sus ideales. Jesús tuvo compromiso. Fue decidido. No tuvo dudas sobre lo que debía hacer. Y Santiago pensaba igual. Pero también sabía que el premio de Dios para los hombres de fe eran respuestas seguras. Sin margen para la duda. Sin permitir que la incredulidad corrompiera la confianza en Dios. Algún poeta sostuvo que vivimos en un mundo en que todo es descartable y provisional. Descartables las cosas y las personas. Los modales y las costumbres. Las modas, la moral y aún las más elementales normas de convivencia. Así el hombre también se torna inestable, inseguro e indefinido. Y desde ese estado no se puede relacionar seriamente con un Jesús comprometido. Amigo lector, acercate a Jesús y su poder ilimitado con un corazón firme y decidido. Sostené tu confianza en Él contra viento y marea, relacionate con El Espíritu Santo no con las emociones, sino con la fe. ¡Creyendo sin dudar en sus promesas recibirás lo prometido!