DIOS ES UN MECANICO MARAVILLOSO
Un caso de la vida real
Por Dr. Jose Luis Gonzalez
Miami Fl.
“Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible"
(San Marcos 9:23)
Uno de los servicios mas alegres en mi congregación en Miami, aunque parezca extraño es el del día viernes, quizá se deba a que ese día, la mayoría ya ha recibido su cheque y al final del servicio van a comer a diversos restaurantes con sus familiares o amigos.
Efectivamente, era un día viernes de verano, en el cual, el calor estaba sofocante, lo cual me había motivado para sentir el deseo de visitar el día sabado, el “Rapid Water Park" un parque con piscinas, rios artificiales y deslizaderos impresionantes, el cual está ubicado en West Palm Beach, a un par de horas desde Miami.
Para tal fín, y para evitar el trafico del día sabado, decidí partir hacia dicha ciudad, al finalizar el servicio y pasar la noche en el hotel “Holiday Inn" cómodamente, tomar un rico desayuno continental y luego partir hacia el parque.
El plan estaba preparado, le pedí a Dios que me acompañara por el camino a la medianoche, y emprendí el viaje en mi vehículo, el cual estaba en muy buenas condiciones.
El viaje lo hice por la I-95 , la cual es una vía rápida, y una vez que se sale de la ciudad, todo es oscuridad completa. Cuando faltaban aproximadamente unos quince minutos para llegar a West Palm Beach, escuche un estruendo que sacudió fuertemente mi vehículo, el cual iba a 70 millas por hora, miré hacia los lados, no ví ningún accidente, pero inmediatamente, mi vehículo perdió velocidad, y comenzó en medio de la carretera a perder el control, vi por el espejo retrovisor una nube espesa de humo, en ese momento me di cuenta que una de las ruedas ( llantas o gomas ) traseras se había explotado y gracias a Dios, en ese momento no venía ningún vehículo, lo cual evitó un terrible accidente.
Con el mismo impulso que llevaba el vehículo, logre salir de la carretera hacia la zona verde, pero como estaba tan oscuro, no me di cuenta que me había estacionado en medio de un lodazal, y allí con la rueda explotada, era imposible moverlo.
Me bajé del vehículo, hice una oración a Dios, pidiendo su ayuda, luego baje la rueda de repuesto y las herramientas respectivas incluyendo una linterna, me lancé al piso para cambiar la rueda, pero me encontré con el serio problema del lodo, lo que hacía que cuando elevaba el vehículo, este se hundía nuevamente por lo fangoso del terreno. Me puse en pie y a lo lejos podía ver las luces de West Palm Beach, ya eran las 2 de la madrugada y en lugar de la ansiada cama de hotel, yo estaba bañado totalmente por el lodo.
En ese momento, venía un vehículo, el cual se detuvo, el chofer me preguntó si tenía herramientas y teléfono celular, le respondí que sí y se marchó.
Nuevamente en el silencio de la madrugada, Dios me iluminó para que buscara una piedra, la pusiera debajo del vehículo, y asi logre levantarlo, quite la rueda explotada, pero al momento de instalar la de repuesto, ¡ sorpresa!!, los huecos y los tornillos eran totalmente distintos, “únicamente entraba un tornillo pero los demás huecos no coincidían, al hacer esos movimientos, me hice una herida en la mano izquierda. En ese momento, sentí que Dios me dijo: "hijo mío, cálmate, quédate quieto, tu me has pedido ayuda, llegaste hasta donde ya no puedes mas, aquí en esta soledad, en medio del lodo y herido, verás que yo también puedo hacer milagros en los vehículos"
En ese mismo momento, llego una grúa que recorre la I-95 para brindar su ayuda a vehículos con problemas, me dijo que si necesitaba ayuda, pero yo recordé que Dios me dijo que El iba a hacer un milagro, y le dije al chofer de la grúa, que todo estaba bajo control.
Otra vez solos, Dios y yo, en silencio, con mi mano herida amarrada con un pañuelo, tome la rueda de repuesto y ¡ sorpresa!!, todos los tornillos entraron.
Creo que en la I-95 jamás se había escuchado un grito de ¡Gloria a Dios ¡ a las 2:30 de la madrugada, como el que yo di ese día.
Lo que pasó posteriormente también es de película, porque jamás en el hotel “Holiday Inn" había entrado un tipo tan lodoso como yo llegué, los que estaban en la sala de espera se sorprendieron, pero expliqué en la recepción lo que me había sucedido y comprendieron la situación.
Entré a la habitación 207, me di un sabroso baño con agua tibia, ofrecí a Dios la oración de acción de gracias, y disfruté de uno de los mejores sueños que jamás había tenido en mi vida.
Por la mañana llamé a un mecánico de servicio a domicilio, para que me instalara una rueda nueva, pero cuando quitó la de repuesto inmediatamente se dió cuenta que los tornillos no coincidían, me vio a los ojos y me dijo: “esto es un milagro" yo vi hacia los cielos, y dije: “sí, es un milagro"