Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”

Josué 1:9

¡Tremendas palabras las que Dios mismo le dijo a su siervo Josué! Con ellas buscaba alentarlo, porque la tarea que tenía por delante era un verdadero desafío. Pensemos que aquel hombre debía reemplazar en el liderazgo del pueblo al fallecido Moisés. ¡Nada menos que al patriarca Moisés! Y no solo eso, sino que, además, le esperaba la difícil tarea de conquistar por las armas la Tierra Prometida de Canaán. Sabiendo El Señor que el futuro de sus hijos se presentaba lleno de escollos, léase ejércitos poderosos y ciudades fortificadas, es por eso que le promete a Josué y sus hombres su fiel presencia y poderosa compañía. Pero ellos debían hacer su parte. Esforzarse y ser valientes, no acobardarse ni bajar los brazos, no solo ante la fiereza de sus adversarios, sino,  tampoco ante la incredulidad a las promesas de Dios. Así entendemos, que Israel debía vencer a los enemigos de afuera, los cananeos, pero también a los enemigos internos, en otras palabras, a sus propios pensamientos. Josué y sus hombres hicieron esforzadamente su parte, y Dios, cumplió con todo lo prometido. Una sociedad perfecta.

Pasaron muchísimos años desde entonces. Pero el hombre actual se sigue enfrentando a los mismos enemigos. El competitivo mundo de hoy impone su ley de la jungla, haciendo cada vez más ardua la convivencia. Impera la ley del más fuerte. Ese es el que sobrevive. El uno contra todos y todos contra uno pareciera ser la regla número uno. Pero, además, el hombre lucha contra sus propios pensamientos negativos. Contra la falta de fe, la pérdida de valores solidarios. Entonces, se desanima, se acobarda y, por último, se da por vencido.

Amigo de las mejores palabras, Dios tiene un plan extraordinario para tu vida. Acercate a Él, oí su voz, prometele obediencia. Jesucristo te promete a cambio, su fidelidad y su compañía. ¡Nunca más te sentirás solo!