Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló cuando aún estaba en Galilea”
Lucas 24:4-6
Las intenciones de las discípulas de Jesús eran muy buenas. No había nada que objetarles. Habían preparado las especias con las cuales ungir su cuerpo, de manera que la descomposición del mismo no fuera tan acelerada. Era una costumbre, en aquellos tiempos, hacerlo así. Cuando llegaron al sepulcro se vieron sorprendidas de una manera extraordinaria. ¡La tumba estaba vacía! Para agregarle ribetes sobrenaturales a la situación, dos ángeles (pues eso eran ambos varones con vestidos resplandecientes) les preguntaron porque buscaban a Jesús en aquella tumba. ¡Había resucitado! Y Él ya se los había anunciado. ¿Porqué se extrañaban? Lo que primero fue una sensación de frustración, al no hallar el cuerpo, dio paso a otra muy diferente, de gozo y alegría por la gloriosa, y anunciada, resurrección de su Maestro.
Hoy día muchas personas se aferran a la religión creyendo que en ella encontrarán lo que las pueda hacer felices. Pero la religión es una cáscara vacía si se cree que Jesús sigue clavado en una cruz, o sepultado en una tumba. ¿Porqué llorar si Jesús no está muerto?
Amigo de las mejores palabras, no te conformes con tener una religión. No basta con que tengas muy buenas intenciones y hagas buenas obras. Lo que vos necesitás es una relación con El Cristo resucitado. Quitale a Jesús los clavos, sacalo de la tumba. Dejá atrás la resignación, la frustración y la amargura. ¡Jesús está vivo y quiere que vos también vivas! Recibilo ahora mismo en tu corazón y empezá la mejor etapa de tu vida. ¡Los años que vienen, y no importa cuantos ya viviste, serán los mejores de tu existencia!