La gracia de Dios.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2.8–10).
¿Qué significa la gracia de Dios
¿Significa “perdón”? ¿“compasión”? ¿“tolerancia”?
Muchas personas demuestran, por medio de sus vidas, que creen que la gracia de Dios es casi exclusivamente “el perdón no merecido” de Dios. Para estas personas, la gracia de Dios supuestamente les perdona cualquier pecado que cometan. Por medio de sus vidas llenas de religiosidades, pero carecientes del poder divino, tales personas anuncian a todo el mundo: “Podemos vivir de la forma que nos dé el deseo vivir y si pecamos lo único que necesitamos hacer es pedir el perdón de Dios, y su abundante gracia siempre nos perdonará. ¡Gloria a Dios! ¡Aleluya!” Esto para ellos significa “estar libres de la ley”. Tales individuos se imaginan que están libres del pecado del legalismo y se sienten convencidos que están bien con Dios por su abundante gracia.
Sin embargo, los que viven de esta forma son precisamente la clase de personas a quienes se refiere en Judas versículo 4:
Porque algunos hombres han entrado encubiertamente,los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.
La Gracia de Dios, es algo que el ser humano no merece, pero Dios demuestra su amor, sin importar que nosotros lo evitáramos cuando Él nos llamaba. Sin importar nuestra condición de pecadores, Él nos regala la vida eterna, y todo por su Gracia. Imagine que ha recibido un enorme regalo hermosamente envuelto, sin un motivo en particular; quien se lo envió sencillamente decidió hacerlo. Dentro del paquete hay algo muy especial. Usted lee con interés la tarjeta para saber quién pudo haber sido tan generoso.
¡Para su sorpresa, descubre que quien se lo dio es alguien a quien usted ha estado evitando y con quien ha sido poco amable! El dar este regalo es una imagen de la gracia del Padre celestial cuando envió a Su Hijo Jesús a la tierra por nosotros. No había ninguna ocasión especial; Dios simplemente tuvo el deseo de hacerlo. El regalo llegó, a pesar de que estábamos ignorando pasivamente al Señor, o rebelándonos activamente contra Él. Esto es gracia: la bondad y la misericordia de Dios extendida a quienes no la merecían y que no podían de ninguna manera ganarla.
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” Romanos 3; 23-24 Damos gracias a Dios por su amor hacia nosotros y su salvación por medio de su único Hijo, Jesucristo. Cuando hablamos de la gracia, algunos confunden su término. Piensan que es un agradecimiento de Dios hacia nosotros cuando en realidad es la bondad de Dios a favor del ser humano. Pero también hay un problema. Cuando el apóstol Pablo dice: Ya no estáis bajo la ley sino bajo la gracia, muchos piensan que ya no existe ley.
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? Romanos 6; 1-2.
La gracia no es vivir en libertinaje. La gracia es la demostración del amor de Dios hacia nosotros, pero ya por eso no eliminamos la ley. “No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento” Mateo 5; 17.
Está claro que Jesús vino a cumplir la ley, no a violarla o a borrarla, sino a darle cumplimiento.
Si somos cristianos nacidos de nuevo, debemos de hacer lo que Jesús hizo.
“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.¿Qué pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera” Romanos 6; 14-15.
Cuando la Palabra nos dice que Jesús nos libertó del pecado, significa que antes de ser nacidos de nuevo, éramos esclavos de Satanás. Ahora que nacimos de nuevo, nuestro amo y Señor es Jesucristo, eso es, que debemos de obedecerle solo a Él. En este caso cumplimos la ley, pero con el nuevo pacto que es la gracia.
El pecado y la muerte física reinaron desde Adán hasta Moisés (romanos 5; 14), y cuando Dios trajo la ley, sirvió para resaltar más el pecado. La ley de Dios no es prohibitiva sino protectora. Pero la ley nos indica lo malo, no así el camino.
Jesús vino a cumplir la ley pero a darnos el camino de la salvación.Entonces en este punto muchos piensan que la gracia es más suave que la ley. La verdad la gracia es más fuerte que la ley. Vamos a ver algunos ejemplos de lo que es ley versus gracia.
No cometerás adulterio (Éxodo 20; 14)
Pero yo os digo que cualquiera que mira a una
mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en
su corazón. (Mateo 5; 28)
No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos
de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a
ti mismo. (Levítico 19; 18)
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos,
bendecid a los que os maldicen, haced bien a
los que os aborrecen, y orad por los que os
ultrajan y os persiguen.(Mateo 5; 44)
No matarás (Éxodo 20; 13) Todo aquel que aborrece a su hermano es
homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. (1 Juan 3; 15)
Así de esta manera podemos ver más ejemplos que nuestro Señor Jesús nos enseñó. Por lo tanto la gracia es más fuerte que la ley. Las obras de la carne son manifiestas cada día.
Debemos de sujetar la carne y vivificar al espíritu. Las iglesias deben de preocuparse más por hacer discípulos, que tener grandes edificaciones. Es mejor trabajar en conocer más de la gracia y los propósitos de Dios.
Para que la gracia abunde, debe de haber Espíritu. Sin Espíritu Santo, la gracia se convierte en desgracia. Hablar del Espíritu Santo, no es que una persona que aparenta ser más espiritual, es porque tiene al Espíritu Santo. Cuando nuestro Señor hablaba de que no se pueden servir a dos señores, o le servimos al Espíritu Santo, o al espíritu de rebelión. O vivimos según la gracia, conforme al Espíritu, o vivimos según la carne.
Definitivamente el pecado nos separa de Dios. Muchos ahora dicen que no predican contra el pecado, porque eso es legalismo. Y lo que hacen es motivar a los creyentes a seguir adelante, hablarles de las bendiciones que están cerca, de la prosperidad, de la comodidad y todos estos temas, sin tocar el pecado, porque en el momento que se menciona pecado, puede ser que los “hermanitos” se resientan y se vayan de la iglesia.
“Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” Efesios 2; 5
Para vivir según la gracia de Dios, debemos de conocer más a Jesús y ser imitadores de Él. A Jesús lo calumniaron, lo escupieron, lo sentenciaron y Él no hizo nada para defenderse. Pero muchos que se dicen ser llamados cristianos, viven una vida desordenada llena de denuncias, problemas y divisiones en muchas iglesias. Y si alguien les dice algo, buscan como vengarse, no lo digo por decirlo, lo digo porque como mensajero de Dios he tenido casos así, y en diferentes países.
Aparentar ser muy santos y espirituales pero sus frutos dicen lo contrario. Pedro nos recuerda cómo debemos de ser, de vivir y hasta de hablar. “Practiquen la hospitalidad entre ustedes sin quejarse. Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas. El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios; el que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder de Dios. Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén”1 Pedro 4; 9-11 .
Como creyentes, estamos comprometidos a predicar su Palabra. Cumplir la gran comisión de ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura. No hace falta salir a la calle, para saber cómo está el mundo. En las noticias vemos, guerras, violencia, asesinatos, terremotos, catástrofes naturales y millones de seres humanos muriendo sin Cristo.
La gracia de Dios de ninguna manera merma la importancia de vivir una vida santa, sino más bien la gracia de Dios en nuestras vidas aumenta la necesidad de la santidad en la vida diaria.Dios nos advierte en términos inequívocos:
“No recibáis en vano la gracia de Dios” (2 Corintios 6.1).
¡Gracias a Dios por su abundante gracia! Recibámosla para la salvación de nuestras almas.
Ganemos almas y hablemos de la gracia de Dios.
Hermes Sarmiento G.
De Colombia
Cristiano católico
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