PALABRA DE VIDA
“ El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él “ ( Jn.14,23)
Jesús se despide de sus discípulos pero sólo “hasta luego” porque se manifestará en los que le aman. Ellos lo saben y disfrutan de su vivencia.
Estas palabras las conoce muy bien el hermano Joseph Ratzinger, hoy ya domiciliado en el pueblo de Castellgandolfo (Italia) y el que hasta ayer, siguiendo fielmente la llamada de Jesús de Nazaret, estaba al timón de la pobre barca de Pedro, el pescador de Cafarnaum (Israel), a la que durante ocho años ayudó con inteligencia y mano firme a navegar suavemente por las rizadas aguas de la vida y por las tormentas y oleaje embravecido que fue encontrando por el camino.La Luz del Espíritu y su voluntad moldeada en la fragua y a la sombra de los Alpes de Baviera le llevó hasta aquí pero “ ya por razones de la edad – dijo él - no me siento capaz de ofrecer el ministerio que la Iglesia de Nuestro Señor requiere…. Soy un peregrino en la última etapa y presento la dimisión y fielmente mi obediencia absoluta al nuevo Papa, mi sucesor. En esta etapa final seguimos encontrándonos – invitaba a todos- en la reflexión y la oración diaria.¡ Auf wiedersehen!”
Hermano Ratzinger, llegada la hora te contemplé sobrevolando la gran cúpula de la Iglesia de San Pedro y recoger lágrimas de agradecimiento de la inmensa multitud mientras tiernamente dejabas caer las tuyas. Sí, ¡hasta luego, Benedicto XVI!.
¡MISION CUMPLIDA!
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Alonso