¡UNA FAMILIA FELIZ!
Se dice que alegría compartida es doble alegría y que tristeza compartida, es media tristeza. El amor, es un verdadero bálsamo para el alma, en este tiempo de presiones, desilusiones y chascos. Sabemos que el objetivo del matrimonio debe ser la fusión de caracteres, que lleguen a ser uno y que se ayuden mutuamente. La mujer se sentirá protegida por su esposo y él se sentirá ayudado por su esposa, como la ayuda idonea, especialmente en la enfermedad y en los problemas.
... Pero lamentablemente no siempre es así, pues millones de parejas se ven frustradas en su anhelo de felicidad, y los más afectados suelen ser los hijos. ¡Qué perspectivas tan alarmantes para este mundo! ¡Debemos hacer algo!
Dios no desea eso, pues cuando creó al hombre estableció el matrimonio con el sagrado propósito de ayudarse mutuamente, de amarse, de criar hijos en un ambiente estable y sano y de permanecer unidos "hasta que la muerte los separe" (Mateo 19:6) Ahora bien, como podemos nosotras, como mujeres sabias "que edifican su casa y no que la derrumban"? Solemos oír las quejas: "Mi esposo no me hace feliz", "Mi señora debería ser distinta". No pienses sólo en recibir, sino también en dar, pues "HACER FELIZ AL PRÓJIMO, ES HACERSE FELIZ A SÍ MISMO". El apóstol Pablo dice: "Más bienaventurado es dar, que recibir" (Hechos 20:35). Puedes proponerte entonces hacer feliz a tu cónyuge. Busca el momento apropiado para conversar y traten de identificar las cosas que no les gustan de sí mismos. Ambos deberian pensar no en SU felicidad, sino EN LA DEL OTRO. No trates de cambiar a tu pareja, propónte cambiar tú mismo, y... ¡Verás los resultados! Los amo con el amor del Señor, y... adelante, se que no es facil, por experiencia propia, pero no es imposible pues para nuestro Dios.... ¡TODO ES POSIBLE!
Graciela
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