Noche de paz
Era la nochebuena de 1818. Los niños en la aldea de Hallein, en los Alpes Austríacos, rebosaban de entusiasmo, ya que esa noche irían a la iglesia con sus padres y les permitirían acostarse tarde. Enseguida se abrigarían bien y cada uno llevaría un farolito por los helados caminos, con lo cual, de lejos aquella procesión de luces se parecería a un gigantesco árbol de Navidad iluminado por un centenar o más de luces centellantes.
El pastor Joseph Mohr estaba atareado preparando el culto de aquella noche. Acababa de leer el secular relato de la primera Navidad y del nacimiento de Jesucristo, para convertirse en nuestro Salvador. En ese momento le avisaron que había nacido un niño en una humilde vivienda a pocos kilómetros del pueblo. Querían saber si el pastor podría ir a decir una oración por la madre y el niño. Dejando su Biblia, el pastor Mohr se envolvió en su gruesa capa y tomó un bastón fuerte para que le resultara más fácil subir la escarpada ladera hasta la cabaña.
Tenía que ser precisamente aquella noche. Al llegar encontró al padre, la madre y el niño, al igual que hace muchos siglos los pastores encontraron a José, María y el niño en el pesebre. Se sentía la presencia de Dios muy cercana y muy viva, por lo que la historia del nacimiento de Jesús cobraba un significado especial aquella noche. Mientras descendía lentamente por la ladera de regreso a su casa, reinaba una paz y una calma inmensas. Las estrellas centellaban en el firmamento y una canción comenzó a resonar en su corazón. No dejaban de venirle a la cabeza determinadas palabras y cuando por fin llego a casa, tomó papel y las escribió.
Aquella noche mas tarde, entregó lo que había escrito a su amigo Franz Gruber, organista y maestro de la escuela del pueblo. A Franz las palabras le parecieron muy hermosas, tanto que les puso música. Esto es lo que Franz leyó:
Noche de paz, noche de amor.
Ha nacido el niño Dios,
Y los ángeles cantando están:
Gloria a Dios, gloria al Rey celestial.
Duerme el niño Jesús.
Duerme el niño Jesús.
Noche de Paz, noche de amor.
Oye humilde el fiel pastor
Coros celestes que anuncian salud,
Gracias y glorias en gran plenitud
Por nuestro buen Redentor,
Por nuestro buen Redentor.
A la mañana siguiente, muy temprano, Franz fue a visitar a su amigo y le llevó un regalo: la música que había escrito para su canción navideña. Los dos entonaron la nueva composición y más tarde la cantaron en la iglesia. El órgano no funcionaba, por lo que el pastor y el organista tuvieron que echar mano de lo que tenían: sus voces y una guitarra. Aquel día nació una gran canción navideña, con letra y música en perfecta armonía, que con el tiempo se convirtió en el villancico más popular del pueblo.
Cada primavera, cuatro niños del pueblo viajaban con sus padres a Leipzig, ciudad del reino de Sajonia, para asistir a la feria que se celebraba allí todos los años. Sus padres confeccionaban guantes de gamuza y los niños los exponían y vendían. Tenían buena voz, y a veces cantaban en el mercado. Un año, Carolina, Joseph, Andreas y Amalia - que era como se llamaban los niños - entonaron una canción que nadie había escuchado. Cuando terminaron, un anciano caballero hablo con ellos. Era el Sr. Pohlenz, director general de Música del reino de Sajonia, el cuál le dio entradas para uno de los conciertos que dirigiría en la casa consistorial.
Los niños se quedaron muy contentos y entusiasmados; pero cuando por fin llegaron al gran salón, lleno de refinados caballeros y de damas con vestidos de seda, de esos que hacen frufrú cuando se mueven, sintieron timidez. Y más aun cuando al final del concierto el Sr. Pohlenz se puso de pie y dijo a los presentes: Tenemos entre nosotros a cuatro niños que poseen las voces más angelicales de toda Austria. Quisiera que los escucharan.
Los niños cantaron su villancico preferido, algunas otras canciones que conocían y por ultimo repitieron nuevamente su canción de Navidad:
Noche de paz, noche de amor.
Da la estrella su fulgor.
Reyes de oriente le traen a Enmanuel
Oro, incienso y mirra también.
Ha nacido Jesús.
Ha nacido Jesús.
Luego le comunicaron al Sr. Pohlenz: Sus majestades, los reyes de Sajonia desean hablar con los niños.
Estos fueron presentados a los reyes, quienes les preguntaron donde habían aprendido una canción navideña tan hermosa. En nuestro pueblo, sus majestades - respondieron -. Allá muchos niños y niñas la cantan en Navidad. Nos haría muy felices - dijo el rey - que la cantaran en nuestra capilla el día de Nochebuena.
Y en la víspera de 1832, para deleite de todos los presentes, los niños cantaron en la capilla real de la corte sajona la hermosa letra de esta canción, que el mundo entero ahora conoce y estima:
Noche de paz, noche de amor.
Ha nacido el niño Dios,
Y los ángeles cantando están:
Gloria a Dios, gloria al Rey celestial.
Duerme el niño Jesús.
Duerme el niño Jesús.
Noche de Paz, noche de amor.
Todo duerme en derredor.
Entre los astros que esparcen su luz
Bella anunciando al niñito Jesús,
Brilla la estrella de paz.
Brilla la estrella de paz.
Saludos amigos en estas
Navidades y que cada dia de este nuevo 2015
Sea navidad en vuestro corazón.
Atlacath