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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 11/12/2009 01:03 |
El Cristo nace de nuevo en nuestros corazones, nuestro país y en el mundo.
Paz mundial
Unimos nuestros corazones para crear un mundo nuevo. Las posibilidades de paz y prosperidad son posibles para nosotros cuando dejamos ir patrones de comportamiento antiguos y vencemos pensamientos y acciones que nos han dividido en el pasado. Acogemos y disfrutamos de estos días festivos con esperanza y amor.
Confiamos en que los líderes mundiales están siendo guiados a las acciones que promueven y establecen paz en la Tierra y el mayor bien para todos. El poder de nuestros corazones unidos es invencible.
Avanzamos con la confianza, esperanza y fortaleza nacidas de la fe. Cristo nos vivifica y nos ayuda a establecer la paz mundial.
Pues habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.—1 Pedro 1:23
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Si me siento aprensivo o inseguro de algo, mi primera respuesta es orar, poniendo todo mi ser y todo lo que me preocupa al cuidado de Dios. En oración, descanso en Su reconfortante presencia.
Con Dios como mi guía siempre presente, no temo nada ni a nadie. Tengo serenidad y confianza porque Dios está conmigo. No estoy solo. Esta conciencia de Dios me trae verdadero consuelo y paz.
Dios es todo poder. En la quietud de la oración, estoy rodeado de la paz que esta comprensión me da. Tengo la fortaleza y claridad de pensamiento que necesito para reconocer y aceptar lo que es pasivo, correcto y bueno.
Soy protegido y bendecido en todo lo que hago y con todos los que encuentro en la vida. Dios es mi paz, mi escudo y mi protector.
“Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; mi gloria, y el que levanta mi cabeza.”—Salmo 3:3
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Energía sanadora
La energía sanadora de Dios me brinda paz.
Me doy el regalo de la paz hoy y restauro mi cuerpo, mente y espíritu a la salud perfecta. Comienzo tomando una respiración profunda, luego otra. Comulgo con Dios y dejo ir todo lo que distraiga mi atención. Dios es la vida misma que está en mí, la energía sanadora que fluye a través de mi ser.
Tranquilamente, en el silencio, soy uno con la salud, con el amor, con la vida pura. Mi atención está centrada en el fluir constante de energía sanadora que me revitaliza y restaura. Logro sentir paz respirando profundamente, dejando ir y confiando en Dios. Acojo plenamente la energía sanadora de Dios.
Paz, paz para el que está lejos y para el que está cerca, dice Jehová. “Yo lo sanaré.”—Isaías 57:19
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Presencia
El amor incondicional de Cristo vive en mí.
Hace más de dos mil años, Jesús nació en Belén. A medida que crecía en sabiduría y estatura, comenzó a enseñar para que los demás pudieran seguir Su ejemplo. Hoy honro a Jesús al aceptar Su mandato de amar a los demás y de amarme a mí mismo incondicionalmente.
Al apartar todo pensamiento de errores pasados, permito que la naturaleza crística amorosa nazca de nuevo en mí. Centro mis pensamientos en el reino de los cielos, una conciencia de salud y santidad. Fui creado a imagen y semejanza de Dios, y acepto la verdad de quien soy. Vivo en la presencia divina de amor incondicional, y el amor eterno de Cristo vive en mí.
Por esta causa doblo mis rodillas … que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, … arraigados y cimentados en amor.—Efesios 3:14, 17
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