Mis seres queridos llenan mi corazón, la naturaleza me ofrece sus bendiciones y las oportunidades para compartir mi alegría abundan. ¡Mi vida está llena de gozo! Sentir gozo es una elección. Sé que mis pensamientos afectan mis sentimientos, de manera que si estoy experimentando ira o temor, tomo un momento para reflexionar por qué me siento de esa manera.
Puedo ver una persona o situación desde un punto de vista nuevo y positivo. Al hacerlo, cambio mis sentimientos de adversos y destructivos a gozosos y constructivos. Busco y encuentro razones para sentir gozo. Al elegir ser feliz, otros perciben mi dicha. Un corazón alegre es contagioso. Esparzo gozo —la actividad amorosa de Dios en mí.
Siempre vivirán alegres. Hallarán felicidad y dicha, y desaparecerán el llanto y el dolor.—Isaías 35:10
Mi bien se multiplica al centrar mi atención en la gratitud.
Los sucesos de mi vida diaria compiten por mi atención, y sé que en lo que enfoco mi atención se expande. Para poder disfrutar de mayor paz y gozo, centro mi atención en Dios. Cada día, tomo la decisión de utilizar mi tiempo y mi energía de maneras que apoyan mi vida.
Estoy plenamente presente en cada momento. Hago una pausa para admirar un amanecer glorioso o una obra de arte. También tomo tiempo para estar solo y honrar el regalo de mi vida. Dedico tiempo cada día para comulgar con Dios en oración y meditación.
Al enfocar mi atención en el bien interno y a mi alrededor, éste se multiplica. ¡Soy bendecido inmensurablemente! Gracias, Dios.
La bendición del Señor es riqueza que no trae dolores consigo.—Proverbios 10:22
Al observar un amanecer o la majestuosidad de una montaña, percibo vívidamente la presencia de Dios. Al leer acerca de personas quienes ayudan a los demás, veo a Dios en acción. Soy inspirado a seguir el ejemplo de las personas generosas a mi alrededor —prestar el mayor servicio posible compartiendo mis dones.
Al orar, busco la guía del Espíritu. Tengo presente que mi amor, mis palabras y mis acciones son las mejores herramientas para llevar a cabo la obra de Dios. Tal como sale el sol al amanecer, puedo decir palabras que le iluminen el día a alguien. Igual que la montaña, puedo ser una roca firme para quien lo necesite. Mantengo la intención de ser Dios en acción en todo aspecto de mi vida.
Proclamaré el nombre del Señor: ¡reconozcan la grandeza del Dios nuestro!—Deuteronomio 32:3
El maestro y ministro Eric Butterworth describe la prosperidad como bienestar espiritual. Él hace notar que el bienestar espiritual se manifiesta de muchas maneras. ¡Reclamo mi bienestar espiritual como una expresión gozosa del Creador! Visualizo que el bien que deseo se manifiesta en mi vida.
Me visualizo saludable, comiendo alimentos nutritivos y haciendo ejercicio diariamente. Me veo amado y siendo amoroso; seguro y protegido de todo peligro. Tengo mucho que dar, y comparto generosamente mis dones y talentos. Siento gratitud al reconocer la prosperidad en mi vida. Reconozco que soy uno con la abundancia de Dios, y estoy receptivo a un fluir de bien aún mayor.
¡Que sea en las cumbres de los montes como un puñado de grano que cae en la tierra!—Salmo 72:16