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De: Tatisverde (Missatge original) |
Enviat: 08/09/2015 16:08 |
Tengo fe en la dirección divina.
Al caminar por los senderos en una reserva natural, encuentro que señales marcan el camino. Pero a medida que ando por el bosque de la reserva, puede que la vía no sea clara; mas confío en las señales y sigo la senda que me llevará a mi destino.
Del mismo modo, al comenzar nuevos proyectos, tomar decisiones importantes o sanar relaciones personales, tengo fe en la dirección divina. No necesito ver todo el camino antes de comenzar. Sé que Dios guía cada etapa de mi viaje —aun cuando no vea claramente al otro lado del recodo. Qué alivio me brinda dejar ir la necesidad de conocer cada detalle. Si encuentro obstáculos, los considero puntos de apoyo. Todo me lleva hacia mi destino divino cuando ejercito mi fe en el poder de Dios.
Si tuvieran fe como un grano de mostaza … ¡Nada sería imposible para ustedes!—Mateo 17:20 | | | |
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Recuerdo los dones de las personas fallecidas.
En días cuando se recuerdan acontecimientos tristes y trágicos, oro por quienes sufren. Quizás asista a un servicio en memoria de alguien o a un círculo de oración. De cualquier manera que elija honrar a quienes han fallecido, afirmo paz para sus familias y para el mundo.
También recuerdo a mis seres queridos que ya no están en este plano terrenal. Doy gracias por su ingenio, su sabiduría, su ayuda y su amor. Soy quien soy porque ellos formaron parte de mi vida. Honro quienes fueron y sus contribuciones al mundo. Qué bendecido soy por los familiares, amigos, maestros y mentores que me ayudaron a crecer y progresar. Hoy los recuerdo con gratitud y con amor profundo.
Después tomó el pan en sus manos y, habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo: … “Hagan esto en memoria de mí”.— Lucas 22:19
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Estoy en un estado constante de rejuvenecimiento.
La naturaleza me maravilla. La Tierra mantiene ciclos de renacimiento, de opulencia, de dejar ir y de reposo. Yo sigo su ejemplo en mi propia vida. Mi día incluye momentos de trabajo, de entretenimiento, de oración y de descanso.
Me preparo para una noche de reposo dejando ir los sucesos del día, ¡y me levanto listo para darle la bienvenida a lo que la vida me ofrezca! La naturaleza se transforma y se llena de belleza acogiendo cada cambio sin lucha ni esfuerzo. De manera similar, yo acepto los ciclos de mi vida sin afán o preocupación.
Honro la actividad divina que obra en mí. Yo, tal como la naturaleza, estoy en un estado constante de rejuvenecimiento.
“¡Que haya lumbreras en la bóveda celeste, para que separen el día de la noche y sirvan de señales para las estaciones, los días y los años!”—Génesis 1:14
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¡Vivo mi vida a plenitud!
Cada fiesta o evento provee una oportunidad para expresar Amor divino. Me preparo reconociendo la presencia de Dios en toda persona. Cuando llego al lugar de la reunión, el amor irradia en mí y por medio de mí según honro la divinidad en todos a mi alrededor. Soy paciente, amable, respetuoso y ameno.
La actividad de Dios en mí —el amor— fluye por todo mi ser. Esta circulación constante de energía actúa como un imán que atrae más amor a mi vida. Participo en las actividades a mi alrededor con un corazón afable y abierto. Veo lo mejor en mis familiares, amigos y compañeros de trabajo. Afirmo: El amor en mí saluda y honra el amor en ti.
Me regocijo al dar y recibir Amor divino y vivir la vida al máximo.
Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios.—1 Juan 4:7
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Doy gracias por una vida próspera.
La verdadera prosperidad no es un misterio, es una manifestación de fe. Jesús nos dio un ejemplo a seguir. Una multitud de cinco mil que se había reunido para escucharlo necesitó de alimento. Tomando cinco panes y dos pescados, Jesús dirigió su atención a Dios. Él reconoció su Fuente, dio gracias por lo que tenía y lo bendijo. Jesús anticipó una abundancia de alimento y el milagro tuvo lugar.
Sigo su ejemplo y doy gracias por adelantado por aquello que deseo. Comparto mi bien con los demás afablemente. Doy gracias por mi cuerpo saludable, y lo sustento y utilizo para servir a Dios. Soy vigoroso y generoso. Vivo con fe y gratitud, y soy próspero.
Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y … La gente comió hasta quedar satisfecha.—Lucas 9:16-17
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