Al orar, me doy cuenta de mi unidad con el Espíritu y con todas las personas.
Muy a menudo quienes más necesitan amor no lo reciben porque buscan satisfacer sus necesidades por medio de maneras dolorosas o mal guiadas. Aunque es importante fijar límites claros alrededor de tales personas, todavía puedo orar por ellas.
Orar por quienes percibo como mis “enemigos” no es sólo beneficioso para ellos, sino también es invaluable para mi crecimiento y bienestar espirituales. Acojo la enseñanza de Jesús de “amen a sus enemigos” y oro por la paz y el bienestar de todo el mundo.
Al orar por quienes no parecen merecerlo, mi corazón rebosa de compasión y perdón profundos. Soy bendecido por esta comprensión de mi unidad con el Espíritu y con todas las personas.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos … y oren por quienes los persiguen.—Mateo 5:44
Soy un ser libre y espiritual. Gozo de potencial ilimitado.
Jesús dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. Una verdad fundamental es que soy un ser espiritual. Soy una creación de Dios que es guiada de manera divina a cada momento de cada día.
Como creación amada de Dios, soy libre para soltar errores o arrepentimientos pasados y avanzar en paz. Soy libre para profundizar mi fe cada día —consciente de que Dios es mi guía, mi sanador, mi proveedor. Siento gratitud porque nunca estoy solo, Dios siempre está conmigo. Esta verdad me libera para fijar metas y lograrlas.
Soy libre para avanzar guiado de manera divina por un camino que es únicamente mío para seguir. Forjo la vida de mis sueños gracias a la dirección y el amor de Dios.
Dirige la mirada hacia adelante; fíjate en lo que tienes delante de tus ojos.—Proverbios 4:25