La vida de Dios en mí me asegura un sinfín de posibilidades.
Un nuevo año ofrece nuevos comienzos. Según digo adiós al año anterior, saludo el nuevo con gozo y anticipación. El año ante mí tiene la promesa de un nuevo amanecer; nuevas posibilidades aguardan que las acoja y las lleve a cabo.
La oración es un recurso poderoso, y cada pensamiento divino es una oración. Mantengo mi atención centrada en la vida de Dios en mí. En esta conciencia sé que el bien que deseo es posible. El nuevo año encierra la promesa de amor, gozo, salud, prosperidad, armonía y mucho más. Reconozco con gratitud las muchas bendiciones en mi vida —aquellas ya recibidas y las que están por venir.
Vivo con confianza porque la vida de Dios en mí me asegura un sinfín de posibilidades.
Renuévense en el espíritu de su mente.—Efesios 4:23
Mi fortaleza interna es mayor que cualquier apariencia externa.
Comparto un vínculo interno y eterno con el Espíritu divino. Puede que mire mi vida en retrospectiva y encuentre momentos en los que me sentí abatido o falto de confianza. Sin embargo, reconozco y aprecio la energía en todas las cosas, aun algo tan sencillo como el agua. Una vez represada y dirigida, el agua se convierte en la fuerza dinámica de una turbina de vapor. Esas mismas moléculas, cuando son influenciadas por el frío, se transforman en hielo y tienen el poder para agrietar el concreto y derribar árboles.
Cuando descubro y hago uso de mi poder interno, tengo el potencial de marcar una pauta en mi vida y en el mundo. Pongo mi atención en el Espíritu. Con fe, puedo superar cualquier desafío. Mi fortaleza interna es mayor que cualquier apariencia externa.
Salgo de mi zona de comodidad y permanezco atento a Dios.
Un bote atado a un muelle nunca experimentará aquello para lo cual fue creado. De manera similar, yo he de librarme de cualquier limitación para poder experimentar plenamente la vida que Dios ha creado para mí. Las aguas de mi vida pueden variar de turbulentas e inexploradas a puertos seguros de quietud. ¿Cómo proseguir? Entregándome con fe a la voluntad divina.
Pregunto internamente: ¿Existen momentos en los que me aferro a lo cómodo y seguro en vez de avanzar? Sabré cuando sea hora de soltar las amarras: cuando el permanecer anclado en la orilla sea más incómodo que lanzarme a lo desconocido.
Como dice la canción de Karen Drucker: “Dejo ir la costa y floto hacia el misterio”.
Lleva la barca hacia la parte honda del lago, y echen allí sus redes para pescar.—Lucas 5:4