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De: Tatisverde (Missatge original) |
Enviat: 07/03/2020 22:31 |
SOSIEGO MI CUERPO, MENTE Y CORAZÓN.
Pareciera que soy bombardeado con mensajes, llamadas y noticias que compiten por mi atención. Entonces, ¿qué puedo hacer para sosegarme. Sé que he de atender mis responsabilidades, mas también necesito hacer aquello que fomente y apoye mi salud. Deseo cerrar los ojos sin visualizar una lista de cosas por hacer.
Determino tomar tiempo para restablecerme, aunque sean solo unos minutos. Descanso mi cuerpo en una silla cómoda. Conforto mi corazón recordando el amor y el gozo que disfruto en mi vida. Acallo mi mente alineando mi ser con el Espíritu divino en oración y meditación.
Una vez que siento calma, continúo con las actividades de mi día —con energía, gratitud y propósito. Recuerdo que siempre hay suficiente tiempo para hacer lo que es importante para mí.
Que la misericordia, la paz y el amor abunden en ustedes.—Judas 1:2
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YO SOY BENDECIDO CON LA FORTALEZA PARA SER Y HACER LO MEJOR.
Existen varios tipos de fortaleza: la física que hace que mi cuerpo pueda realizar una tarea en particular, la mental que me apoya según cumplo con una responsabilidad o desarrollo una nueva destreza, la emocional que me ayuda a superar un desafío y tener el valor para seguir adelante.
Cada una de ellas es optimizada cuando les añado mi fortaleza espiritual y confío en que Dios me respalda con Su guía, confianza y consuelo. Al mantenerme consciente de Dios durante mis experiencias, soy infundido con mayor energía física, mantengo una agudeza mental cabal y mi corazón se torna más afable y sosegado. Sé que con Dios tengo la fortaleza que necesito, tanto interna como externamente, para lograr un objetivo o superar cualquier desafío que se presente.
Mi Señor, mi fortaleza, ¡yo te amo!—Salmo 18:1
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EL AMOR PERDONADOR DE DIOS OBRA POR MEDIO DE MÍ PARA BENDECIR A LOS DEMÁS.
Cuando alguien me lastima o hiere a mis seres queridos, puedo justificar sentirme resentido. Puedo hasta justificar mi indignación. Sin embargo, en lo profundo de mi ser reconozco la Verdad: solo el perdón puede brindarme la sanación que necesito.
No es parte de mi naturaleza mantener pensamientos de rencor. Si me apego al resentimiento, a la única persona que lastimo es a mí.
Hoy decido soltar cualquier sentido de culpa. Libero la animosidad y los pensamientos negativos. Perdonar levanta una carga pesada de mi alma y mi corazón. Me siento libre, animado y renovado. Yo soy capaz de sentir el amor de Dios completamente en mi mente y mi cuerpo según respiro profundamente. Experimento olas de paz fluyendo en mí.
No juzguen, y no serán juzgados. No condenen, y no serán condenados. Perdonen, y serán perdonados.—Lucas 6:37
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TOMO DOMINIO SOBRE MIS PENSAMIENTOS, PALABRAS Y ACCIONES.
“El poder de Dios me protege”. Hoy presto atención a esta frase de la “Oración de Protección” de James Dillet Freeman con nueva comprensión. Gracias a una renovada conciencia de mi unidad con mi Fuente, me doy cuenta de que el poder de Dios obra a través de mí y como yo, y no meramente en mí o para mí.
Avivo el poder divino cuando escojo palabras que afirman la Verdad. Ante todo, sé que yo soy un ser espiritual que navega por los valles y las montañas de una experiencia humana.
Al aceptar y expresar mi poder innato dado por Dios, mantengo dominio sobre mis pensamientos, palabras y acciones. Afirmo declaraciones de la Verdad según dejo ir actitudes e ideas negativas. Pienso y actúo con la autoridad de la Presencia del Cristo morador.
No nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.—2 Timoteo 1:7
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