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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 10/01/2021 16:51 |
AFIRMO Y RECLAMO PROSPERIDAD AHORA.
Si me siento tentado a desear una vida más próspera, recuerdo que ser próspero comienza con mis propios pensamientos. Enfoco mi mente en todas las bendiciones presentes en mi vida y cultivo un sentimiento de gratitud.
Al mantener una conciencia afable y abierta, se me hace fácil notar más y más bendiciones a mi alrededor. Esa perspectiva me ayuda a desarrollar una actitud próspera. Cuido de mis pensamientos como si fueran flores en mi jardín. Los planto en buena tierra y los sustento con agua y luz. Ese ambiente rico permite que mis ideas echen raíces y crezcan para crear la prosperidad que deseo experimentar en mi vida. Al cuidar de mis pensamientos, cosecho abundante vida, amor, salud y gozo.
En tu templo se sacian de ricos alimentos; tú apagas su sed en un río de aguas deliciosas.—Salmo 36:8
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BENDIGO AL MUNDO CON UN CORAZÓN APACIBLE.
Al ver el mundo hoy en día y la discordia que parece rodearme, puede que me sienta tentado a desanimarme o hasta disgustarme. De ser así, me detengo para recordar que no importa lo que esté pasando, la paz empieza en mí. Respiro profundamente y descanso. Sereno mi corazón, calmo mis emociones y tranquilizo mi mente.
Recuerdo las palabras de Martin Luther King, Jr.: “La paz no es meramente una meta que perseguir, sino la vía por la cual logramos esa meta”. Esas palabras inspiradoras me mantienen centrado y comprometido a permanecer en paz. No importa cómo decida relacionarme con el mundo a mi alrededor, me elevo por encima del conflicto y encarno la paz.
Que en el corazón de ustedes gobierne la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.—Colosenses 3:15
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MI CALMA BENDICE AL MUNDO A MI ALREDEDOR.
Puede que no tenga control sobre los eventos del mundo, mas tengo control sobre mis reacciones ante lo que sucede en mí y a mi alrededor. Darme cuenta de ello me ayuda a mantener la calma.
Mi calma tiene un efecto reconfortante en cada persona con la que interacciono. Durante mi día, afronto los atrasos con paciencia, los malos entendidos con humor y las desilusiones con optimismo.
Mis herramientas espirituales de oración, meditación, entrega y perdón mantienen mi mente enfocada en Dios. Mi corazón abierto y mi alma confiada engendran serenidad, mientras adiestro mis pensamientos para ver la realidad perdurable de lo Divino por doquier.
Jesús se levantó y dio una orden al viento, y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Quédate quieto!” El viento se calmó, y todo quedó completamente tranquilo.—Marcos 4:39
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DEJO IR CON FE Y CONFÍO EN MI FUENTE ESPIRITUAL.
La fe es el poder que me libera para dejar ir el control personal. No tengo que manejar las cosas a mi manera. Una sabia abuela le dijo una vez a su nieto que confiara en el poder espiritual que llevaba adentro. Le dijo que el poder perfecto de su divinidad lo dirigiría hacia los resultados perfectos y que su único llamado a la acción era ceder ante ese Poder.
Mientras abro el camino para acoger mi fuente espiritual, confío en que los mejores resultados se desarrollan para mí y por medio de mí. Me entrego con fe y soy guiado de maneras que me sorprenden. Dejo ir mi necesidad de tener todo resuelto de antemano. Gracias a mi fe, aprecio la perfección, la inteligencia y el amor de lo divino por doquier.
Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe.—1 Juan 5:4
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