Un día en el cielo, Jesús vio llegar a tres criaturitas que venían de tres lugares distintos de la tierra. Les dió un cuerpo celestial y los recibió con los brazos abiertos y lleno de amor. Convertidos en ángeles, los tres se miraron maravillados. Jesús sabía por qué estaban allí y aunque se sentía profundamente triste, sonrió a los pequeños y les dijo:
- Hijitos míos, ahora ustedes vivirán conmigo por toda la eternidad...
- Es muy lindo aquí, pero... yo esperaba nacer... allá en la tierra...
- Yo también- dijo el segundo angelito
- Yo también- dijo el tercero- Jesús se mantuvo en silencio unos instantes y finalmente dijo:
- Allá en la tierra hijitos, algunos seres humanos toman malas decisiones, creyendo hacer lo correcto...
- ¿No dejarme nacer era lo correcto? ¿Cómo pudieron pensar eso? ¡Yo quería nacer!
- ¡También yo! Quería conocer a mi mamá, ella me llevaba dentro, yo la escuchaba y me gustaba su voz...
- ¡Yo también quería conocer a la mía! La escuchaba llorar, quería nacer para decirle que no llorara más, que yo iba a cuidarla siempre... - Jesús se llenó de compasión, los abrazó y les dijo:
- También yo quería que nacieran... - En esos momentos llegó un ángel mayor para llevar a los angelitos a conocer su morada. Los pequeños abrazaron al Señor y se fueron con el ángel. Jesús se quedó meditando en las palabras de los pequeños. Entonces vino a él uno de sus fieles y se sentó a su lado.
- ¿Por qué estás triste Señor?
- No entiendo a la humanidad, les doy el regalo más grande que pueden recibir, dar la vida a otro ser y...
- Ay mi Señor, ¿otra vez niños que no llegaron a nacer?
- Así es. Yo le dí a la mujer un privilegio único, albergar otra vida dentro de ella, contra la cual no tiene ningún derecho, porque ningún ser humano tiene derecho sobre la vida de otro ser humano y sobretodo, sobre la vida de un ser indefenso e inocente...
- Estás enojado Señor y con justa razón, pero sabes que el día llegará, donde todos los seres humanos tendrán que presentarse a juicio.
- Así es hijo mío y ese día tendrán su recompensa.
Los pequeños, guiados por el ángel habían llegado al lugar en el cielo donde iban a morar. Se instalaron y admiraron la belleza de sus moradas. Luego, se juntaron a conversar.
- ¿Por qué crees que no te dejaron nacer?- Preguntó el más chiquito al mayorcito.
- Porque mis papás eran muy pobres, eso escuché... ¿Y a ti?
- Porque yo iba a nacer "mal", como ellos decían, iba a ser diferente... ¿Y a ti?- preguntó dirigiéndose al angelito del medio.
- Yo escuché que a mi mamá le hicieron algo muy malo y que a causa de eso, iba a nacer yo, por eso no me quería...
- Pero yo no entiendo, vamos a preguntarle al ángel- exclamó el pequeño y los demás estuvieron de acuerdo. El ángel no supo qué responder y acudió al Señor para que El le ayudara.
- ¡Señor, me preguntan cosas muy difíciles, yo no sé responder porque no entiendo realmente cómo los humanos pueden hacer cosas como éstas! Necesito tu opinión Señor, de cada caso en particular. Tú conoces los corazones de los hombres. Y el Señor habló:
- En el caso del mayor de los niños, su familia es muy pobre, su padre pensó que no iba a poder mantenerlo y que lo mejor era deshacerse del problema, es decir de su hijo...
- ¡Pero qué atroz! ¡Matar a su hijo no iba a acabar con su pobreza!
- Así es. Al contrario, lo ha hecho más pobre aun delante de mí. Para muchos hombres el dinero es más importante que la vida humana.
- Además ellos podrían haberlo dado en adopción, hay muchos humanos que desean tener hijos y no pueden.
- Cualquier opción es mejor que la de asesinar a un ser inocente... En cuanto al caso del más pequeñito, sus padres, al enterarse de que iba a nacer diferente a los demás, decidieron impedirlo, porque les daba verguenza con sus amistades tener un hijo así, porque les iba a causar mucho trabajo, muchos gastos, en fin, todo eso a lo que los seres humanos dan gran importancia.
- ¡Pero esa es una actitud muy egoísta!
- Angel, no olvides que son humanos... Y por último, la madre del otro niño, fue violada, ella no lo deseaba ese hijo por la manera como fue concebido, por eso decidió no tenerlo.
- ¿Acaso se puede borrar una injusticia con otra injusticia mayor?
- No, el matar a su hijo no va a borrar esa mala experiencia. Ella sufrirá el resto de su vida el recuerdo de esa agresión y dentro de poco, también sufrirá de mucha culpabilidad por haber acabado con ese ser inocente que se formaba en su vientre. Nunca tendrá paz en su corazón, a menos que ella misma decida acercarse a mí y pedirme perdón.
- Pero eso no le devolverá la vida al hijo.
- No, pero cuando le llegue su hora, podrá reunirse con él. Yo perdono a todo aquel que viene a mí arrepentido, aun a esas mujeres que han cometido un acto tan vil como disponer de la vida de su propio hijo.
- ¿Pero qué les digo a los niños Señor? Es muy terrible todo lo que me has dicho de los padres de ellos...
- Solo diles que yo los amo desde el principio del mundo y que aunque sus padres y madres los abandonaron, yo nunca los abandonaré. Ahora están conmigo y ya nadie les puede hacer daño.
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