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Conozco, oh Señor, que el hombre no es señor de su camino. Jeremías 10:23.
Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces. Santiago 1:17. “Vuestro Padre sabe”
Durante toda la noche decenas de personas buscaron a Clemente, un niño de ocho años perdido en la montaña cubierta de nieve. Al alba se enviaron dos helicópteros como refuerzo. Rápidamente los pilotos localizaron algunas huellas de esquí. Por tierra un equipo siguió esas huellas que se cambiaron en pequeños rastros de pasos. Éstos los guiaron a un árbol donde, en medio de la espesa enramada, se halló al chico sano y salvo. Por radio, el sargento responsable del rescate anunció: –Clemente está a salvo. En realidad, en este momento tiene mejor aspecto que nosotros. El sargento explicó por qué el niño salió tan bien librado, a pesar del frío. Su papá le había explicado lo que debía hacer si algún día se perdía. Y Clemente hizo exactamente lo que su padre le había dicho. Se había protegido del frío y de la nieve al trepar a un árbol para agazaparse al abrigo de las ramas. Clemente nos muestra lo que debemos hacer como hijos de un Padre celestial lleno de amor y sabiduría: sencillamente obedecer sus mandamientos. Él sabe qué es lo mejor para nosotros. En este mundo lleno de voces confusas y de trampas, nuestra felicidad y seguridad consisten en confiar en el inmutable amor de Dios. La Escritura afirma que no es posible dirigir nuestra vida por nuestra cuenta. Sólo la Palabra de Dios es una luz moral para alumbrar nuestro sendero, luz “que va en aumento hasta que el día es perfecto” en la presencia de Dios (Proverbios 4:18).
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Con dedicatoria a los niños del mundo, a los pequeños e inocentes
a quién nunca abandona nuestro gran DIOS y un vallado de ángeles
acampan a su alrededor
muy bello relato pastor Batista gracias atentamente
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