Este cuento empieza cuando los padres de una niña que se llama Eva se compran una casa en lo alto de un monte.
Era una casa con piscina y muchas cosas. Toda una mansión.
Un día, Eva invitó a sus amigas a pasar la noche. Esa noche iba a venir su abuela, y su abuela era especial porque contaba historias de miedo. La abuela dijo que fueran a la capilla a esperarlas a las ocho en punto para contarles una historia.
Pero no pudo contarles la historia porque les llamaron a cenar. Las niñas querían oir la historia pero luego, les mandaron a la cama y tampoco pudieron oirla.
Las niñas dormian en una habitación donde había tres camas. Una a cada lado de la habitación.
Marta se quedó en el medio, Eva se quedaba al lado de la puerta y Emily se quedo al lado de la ventana.
Entonces entró el padre diciendo que la abuela se había puesto enferma y tenian que llevarla al hospital, y que tendrían que quedarse solas.
Entonces fue cuando empezó la tormenta.
Marta empezó a tener miedo y sus amigas le dijeron que ellas le ayudarían a pasar la noche.
Empezaron a oir ruidos de tormenta.
Ruidos en las escaleras
Roces en la habitación
¡Alguien se acercaba!
Marta tenía mucho miedo y se echó a llorar. Las amigas decidieron darse las manos para pasar la noche así, y no sentirse solas. Así durmieron toda la noche.
A la mañana siguiente, la abuela ya había llegado y fue a despertar a las niñas.
-Habeis sido muy valientes, niñas. Esta casa es muy misteriosa y solitaria y habeis pasado la noche solas.
-Sí, abuela, hemos tenido miedo. Pero nos hemos ayudado. Nos hemos dado las manos desde nuestras camas y así no teníamos miedo. ¡Mira!
Entonces es cuando Marta tuvo verdaderamente miedo porque….
¡No llegaban a tocarse las manos!
Alguien más pasó la noche con ellas.