CARTA DE UN NIÑO     A mi papá.   Tus ronquidos no han dejado oír mis sollozos, antes de escribir esta carta he mojado tu cara con mis lágrimas, pero no te diste cuenta, estas borracho e inconsciente.   No deseo dejar de quererte por las miserias, las vergüenzas, las humillaciones, y los malos tratos.   Malos momentos los que vivimos a diario, en la escuela me dicen que no he puesto atención, pero es que no puedo, como hacerlo sin en mi mente están tus malos tratos, concentrarme en mis estudios imposible, ya que no puedo arrancarte de mi mente.   Papá no me gustan tus malas palabras ni las discusiones que tienes con mi madre, ni tus regaños y gritos injustos, ni tu mirada atontada y tu caminar tambaleante.   Papá vivo triste por tus borracheras, siempre compras tus botellas, mientras nosotros vivimos sin diversiones, sin juguetes, mal comidos, y mal vestidos, mis hermanos ya no tienen zapatos, y a mi mamá le hace falta un suéter, como hacer para detenerte.   Papá en ocasiones estamos mal dormidos, ya que cuando llega la noche nos da temor  saber cómo es que llegaras, si a golpear gritar y destrozar, o a dormir sin titubear.   ¿Que no sabes que hay padres que fueron borrachos y desde que han asistido con los hermanos al templo ya no han vuelto a beber? Dios les ha cambiado su manera de vivir.    El papá de mi amiguito fue al templo a orar y ya no es un borracho, ahora les compra todo a su familia, y los domingos después del asistir todos unidos en familia, los lleva a tomar helado y a jugar al parque.    Papá por todo eso, no pienso dejar de quererte,  le pido a Dios que te haga pensar, si vale más una borrachera o la sonrisa de tus hijos, deseo con todo mi corazón verte llegar con una sonrisa refulgente. Tu hijo que te espera y te quiere.   Amigo tu que lees esta carta, medita en lo que dice la palabra.   Romanos 13:13-14 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.   Efesios 5:18-20 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y canticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo.   Isaías 5:11-12 ¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová ni consideran la obra de sus manos.   Isaías 5:22 ¡ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida;   Isaías 55:2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.   Oremos. Dios Todo Poderoso y Majestuoso,  te imploramos Señor por cada hogar que el diablo quiera derribar, Señor se están destruyendo hogares por medio de la droga y el alcohol, muchos se están divorciando por ese motivo, hoy te ruego restaura, renueva, edifica, establece en tu palabra a cada varón que es cabeza en su hogar, por esos niños que al llegar la noche no pueden dormir por temor, ten piedad de esos hogares que sufren violencia física y violencia psicológica, malos tratos, golpes y todo tipo de abusos, ten misericordia Señor, restaura ahora por el poder de tu sangre bendita y divina, tú Señor eres Dios, tú todo lo puedes, ten misericordia, no dejes en el desamparo a las familias que en ti confían, ten misericordia, restaura bendice, renueva edifica, y establece en tu palabra bendita a todo hogar que sufre en este mismo instante por el ataque del enemigo, rompe cadenas, desmenuza grilletes, da la libertad al cautivo,  te imploro añade grandes bendiciones a esos hombres que son quienes deben sostener sus hogares. Señor te imploro que te hagas presente este día en sus vidas. Todo lo suplico en el nombre de mi Señor Jesucristo amén.     Dios les bendiga por siempre. Por. María Elena de Lambaren