Correr en vacío
Jesús le dijo: "De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces".
Mateo 26:34
Pedro desconocía su verdadera condición. Se consideraba un buen seguidor de Jesús, lleno de fe, lleno del poder del Espíritu Santo, lleno de los frutos del Espíritu. Según su propia evaluación, otros podían negar y abandonar a Jesús; cualquiera menos él. Los demás discípulos podían perder su fe y fracasar, pero él se consideraba firme. Nada ni nadie lo separaría jamás de su Maestro. Aunque la práctica de las disciplinas espirituales como la oración y la comunión con Dios, a! parecer, no eran un hábito en su vida, se sentía muy seguro de mantenerse fiel y leal a jesús ante cualquier crisis. Mateo registra tres incidentes en la vida de Pedro que eran señales de advertencia de que el apóstol estaba corriendo en vacío. No estaba preparado para enfrentar la crisis que se avecinaba. • Pedro tenía dificultades en su vida de oración. Jesús le pidió que orara. Sin embargo, prefería dormir. Al parecer, la oración no le entusiasmaba. Era una práctica ausente en su vida. Era difícil pasar tiempo con Dios. Le costaba trabajo hablar con Dios. La oración había desaparecido de su programa diario. En la antesala de la crisis, dormía. • Pedro había perdido la paciencia. Mientras Jesús se mantenía tranquilo, sereno, calmado, en presencia de quienes lo arrestaban, Pedro estaba furioso. Perdió el dominio propio hasta el punto de sacar la espada para cortarle la cabeza a uno de los que prendían a su Maestro. La violencia lo dominó. Decidió usar la fuerza para enfrentar a los enemigos. • Pedro no daba un buen testimonio. «Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices» (Mat. 26: 69, 70). Las palabras de Pedro, «aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré», estaban lejos de reflejar la realidad de su vida. Ignoraba que la victoria sobre la tentación es el resultado de una vida de estrecha relación con Jesús. ¿Cómo está tu vida de oración? ¿Qué tal tu paciencia con tu cónyuge, con tus hijos, con tus hermanos de la iglesia, con tus compañeros de trabajo? Jesús te dice hoy: «Oro para que tu fe no falte, oro por ti, para que tu paciencia no falte y para que tu testimonio sea poderoso». Si te sientes vacío, busca a Dios en oración. Él puede llenar tu vida de poder. El diagnóstico de Jesús era una advertencia para Pedro, y también para nosotros.
Octubre 21
¡Hay abominaciones en nuestras vidas!
Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente. Ezequiel 8:16
Los seres humanos, incluidos los creyentes, somos extraños. ¿Cómo pudo ocurrir que estos veinticinco varones «de los ancianos de la casa de Israel» estuvieran adorando al sol «entre la entrada y el altar» de la casa de Dios? Naturalmente, no podemos explicarlo. Nos horroriza la impiedad. Con razón Dios llamó a esta práctica «malvadas abominaciones» (Eze. 8: 9). Sí, es extraño, increíble. Pero ocurrió. Los ancianos de la casa de Israel volvieron la espalda al templo del Señor y «adoraban al sol, postrándose hacia el oriente». Pero uno podría pensar: «¿Por qué no iban a las montañas, al desierto, o a los bosques a adorar al sol? O, ¿qué mejor lugar para adorar al sol que la orilla del mar?» Sin embargo, ellos lo adoraban en el templo, al que daban la espalda. Era una perversión doctrinal. Era confusión religiosa. Era alejamiento de la «sana doctrina». Era que se habían extraviado tanto que ahora enseñaban como doctrina «mandamientos de hombres» (Mat. 15: 9). Peor aún. Practicaban y enseñaban «doctrinas de demonios» (1 Tim. 4:1). Comentando este texto, Norval F. Pease afirmó: «Esta visión constituye una acertada representación de la gente que vive en dos niveles. En la superficie aparecen respetables, miembros de iglesia temerosos de Dios y ciudadanos ejemplares. Pero por debajo de la superficie viven en un mundo de vanidad, idolatría e impureza. A la luz del sol, tal como los sacerdotes de Ezequiel, adoran a Dios en el templo; pero en la oscuridad adoran a las imágenes que decoran las paredes de sus mentes indisciplinadas». Es posible que nadie detecte este doble carácter en la vida. Una persona puede descender a la tumba con una reputación de santidad y corrección, pero el día del juicio revelará dónde tenía puestos, realmente, sus pensamientos, y qué adoraba de verdad. No se te ocurra volverte a todos lados, buscando entre los miembros de la iglesia quiénes, posiblemente, estén haciendo esto. Más bien, vuélvete a tu interior y analízate. Aunque no encuentres pruebas evidentes, sigue desconfiando de ti mismo, como los doce apóstoles, y di: «¿Seré yo, Maestro?» Conságrate a Dios conscientemente. Reconoce cualquier mancha en tu carácter, aunque sean «malvadas abominaciones». Dios todavía sigue siendo «amplio en perdonar».
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