Kant el mejor filosofo del siglo 18 dice en su libro llamado: el juicio de la razón real que el hombre puede lograr todo lo que se proponga. En ese tiempo ese pensamiento gobernó la mente de la gente por más de 200 años. Pero hoy dia ese pensamiento está hecho pedazos. Se descubrió que por más que el hombre decida hacer algo tiene otra fuerza dentro que lo gobierna. Decide hacer algo, firmemente, pero unos dias después, cae en la tentación y su decisión queda en la nada. El hombre es como una bestia guiado por sus instintos y cuando le llega el vacio, hasta las decisiones más firmes desaparecen de la noche a la mañana. Por éso un antiguo dicho dice que el hombre es la noche y la mañana. Porque es inconstante. Es dificil mantener en pie lo que decide. Aqui es cuando dice: Miserable de mi! Asi como Pablo se quejaba que hacia no lo que queria si no lo que no queria. Asi el hombre vive dentro de un conflicto constante y debe fortalecer a su hombre interior. ¿Cómo se logra ésto? Hay que estar siempre cerca de la palabra de Dios. Si el hombe no come se debilita. Cuando yo era jóven era muy fuerte. Mis brazos eran fuertes corria fuerte, pero por ahora son más debiles que las de una mujer. Si no camino me duelen las piernas. ¿Qué pasa? No como! como menos que una porción al dia, no quiero comer!. Hoy vine sin comer y estar aqui predicando es por un milagro, pero si quiero vivir más voy a tener que comer!!En la vida espiritual es lo mismo debemos comer la palabra de Dios. Josué 1:8. Para ser exitosos y que todo nos vaya bien debemos comer la palabra. Entendamos o no, sepamos qué significa o no tenemos que comerla. Cuando estoy en la mesa, mi esposa me dice: Come este locote tiene muchas vitaminas, éste tiene hierro! Pero acaso veo las vitaminas o el hierro? No! los tomo por fe! Ellos actuan porque los tomo. Asi es cuando leemos la palabra de Dios. Ella hace su efecto al entrar aunque no entendamos qué significa. Rom 10: 17 dice: La fe viene por el oir y el oir por la palabra de Dios. Si leemos y oirmos a menudo de a poco nos viene la fe. Yonggi Cho