La preocupación, se puede definir como una anticipación de algo que creemos que puede suceder en el futuro.
Normalmente las cosas no suceden como las pensamos, es muy difícil poder prever lo que puede acontecer, de una manera exacta y precisa, por lo que la preocupación no tiene realmente un sentido positivo y real.
Por otra parte, cuando se experimenta una preocupación es sobre algo que pensamos nos va a afectar de alguna forma, es decir, tememos al futuro. Lo cual en ningún momento nos ayuda a sentirnos mejor, por eso es mejor aprender a eliminar las preocupaciones de nuestra vida.
Como se dice: en lugar de preocuparte, ¡ocúpate!, es mucho mejor actuar, hacer algo en lugar de estar angustiados o temerosos por lo que pensamos nos puede suceder.
Las preocupaciones son tan dañinas que incluso pueden enfermar a quienes las sufren, debilitan al organismo, transforman negativamente la realidad, desestabilizan las emociones y nublan los procesos pensantes.
Quienes sufren de preocupaciones, se puede decir que es como si estuvieran enfermos, por lo que necesitan rápidamente salir de esa actitud mental negativa, es difícil, pero sí se puede.
De nosotros depende querer salir adelante de una situación preocupante, lo primero que podemos hacer es preguntarnos: ¿qué es lo peor que me puede pasar? al responder esta interrogante nos preparamos ante cualquier situación por más difícil que sea.
Después aprender a aceptar lo que suceda, de esta manera dejamos de luchar en contra de la realidad, y comenzamos a tranquilizarnos; posteriormente iniciar un plan de acción para mejorar lo existente.
Todo esto acompañado de la armonía con lo espiritual o divino, que es lo que nos puede sostener en esos momentos muy difíciles que a veces tenemos que enfrentar.