Abrazo
""Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión de el. Corrió a su encuentro y lo recibió con un abrazo y besos." Lucas 15:20 "
La historia del hijo pródigo es siempre impactante. Y lo que más me impresiona es lo mucho que se parece a nuestra vida cotidiana. El hijo menor de la familia un día pide la herencia. Se había encaprichado que quería vivir la vida y buscó los medios para hacerlo.
Apenas tuvo el efectivo, cuenta Lucas que se fue a una provincia lejana y vivió desenfrenadamente. Uno siempre se porta mal cuando está solo o lejos. Es lo que pasa con los jóvenes que hoy están de vacaciones en la costa. Se abusan de la libertad que tienen y cometen todo tipo de excesos. Como no están los padres vigilando, se creen con el derecho de hacer lo que quieren.
A este muchacho le pasó lo mismo. Se encontró solo, lejos de la censura de su familia, sin obligaciones, y con mucha plata en el bolsillo. Hizo amigos fáciles y vivió dándose todos los gustos. Durante todo ese tiempo, nunca se acordó de su padre. Solo le importaba pasarla lo mejor posible.
Pero la plata se acabó y los problemas llegaron. Los amigos desaparecieron, no había trabajo, se acabaron las fiestas, y lo que era muy divertido pasó a ser una pesadilla. Ni para comer tenia. Y cuando estaba tocando fondo, se acordó que en la casa de su padre, los trabajadores comían todos los días y dormían en una cama.
Y se dio cuenta de su error y volvió arrepentido. Pero me impacta la actitud del padre. Lo estaba esperando. No le importaron todas las noches que tuvo el corazón roto, por lo que su hijo había dicho y hecho. No le importó el problema financiero que tuvo que soportar por malvender parte de sus propiedades. No le importó el dolor de la partida, ni que su hijo hiciera todo lo que no debía haber hecho. Este padre estaba contento porque podía ver a su hijo de nuevo.
Y en lugar de recriminarle sus errores, de mostrarle sus fracasos, de retarlo por sus equivocaciones, aunque estaba sucio, y olía a chancho, aunque tenia la ropa arruinada y daba asco, su padre lo abrazó y lo llenó de besos.
Dios es así. Nunca recrimina nada, nunca acusa, nunca nos echa en cara los fracasos. Siempre está dispuesto a recibirnos, a perdonarnos y a abrazarnos y a darnos un lugar.
No podemos ser tan ingratos e insensibles, de abusarnos del amor y de la misericordia de Dios que siempre perdona. El merece nuestro mejor esfuerzo, nuestra mejor devoción, nuestra mayor santidad, porque El es un Padre amante, que siempre nos abraza. Dios nos abraza con mayor alegría cuando no pecamos.
REFLEXION - Dios sigue esperando para abrazarte.
GRACIAS A LA HERMANA SILVIA POR EL FONDO
PEDRO PABLO
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