El Hijo de Dios… tiene ojos como llama de fuego.
Más engañoso que todo, es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá? Yo, el SEÑOR, escudriño el corazón, pruebo los pensamientos,
para dar a cada uno según sus caminos, según el fruto de sus obras.
Has puesto nuestras iniquidades delante de ti, nuestros pecados secretos a la luz de tu presencia.
El Señor se volvió y miró a Pedro. Y recordó Pedro la palabra del Señor, cómo le había dicho… y saliendo fuera, lloró amargamente.
Pero Jesús, por su parte, no se confiaba a ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio del hombre, pues El sabía lo que había en el hombre.
Porque El sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que somos sólo polvo.
No quebrará la caña cascada, ni apagará el pabilo mortecino;
El Señor conoce a los que son suyos.
Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y las mías me conocen.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano.
Ap. 2:18 Jer.17:9,10 Sal. 90:8 Lc. 22:61,62 Jn. 2:24,25 Sal. 103:14 Is. 42:3 II Ti. 2:19 Jn. 10:14,27,28