Martin Lutero estaba, un dia acostado, muy cansado, y angustiado. Vino el diablo con un pergamino y le dijo: Léelo, léelo!Alli estaban anotados sus pecados desde su niñez hasta el presente. El diablo le dijo: Ja ja ja qué revolucionista ni qué nada vas a ser tú! sólo eres un candidato para el infierno. primero tembló de miedo, pero de repente vino a su mente como un rayo y mirando al diablo le grito: Olvidaste de anotar algo!! Y es el dia que crei en Jesucristo y fui lavado con su sangre! Ya he sido perdonado de todos esos pecados. 1° de Juan 1:9. Y el diablo desapareció al instante. Sólo Jesucristo puede limpiar nuestros pecados. Aunque sean rojos como el carmecí, su sangre los vuelve como blanca lana. Entonces, al mirar la sangre debemos recordar que gracias a ella fuimos lavados de todos nuestros pecados, redimidos de toda enfermedad, maldición, desesperación, y liberados de la muerte. Yonggi Cho |