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Por bajo que sea el oficio que se desempeña, si se cumple con toda diligencia y competencia, obtendrá provecho. Un pobre hortelano, dedicado a cuidar higueras, no tiene por qué desanimarse; aunque tenga que trabajar con esfuerzo para plantarlas y cuidarlas hasta que hayan crecido, tiempo llegará en que comerá de su fruto (comp. con 1 Co. 9:7). Del mismo modo, un pobre criado que es diligente en servir a su señor y mirar por sus intereses, tendrá el honor y el provecho que le son debidos.
Dios es un buen Amo que se ha comprometido a honrar a los que le sirven con fidelidad (Jn. 12:26).