¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?
¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?
¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?
He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo.
Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio.
Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es.
¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? Isaias 40.12-18