Cuando ores al Señor, dile lo que necesitas. Si no tienes dinero suficiente, si estás en la pobreza, si sufres estrecheces, presenta tu caso. No vengas con una fingida modestia delante de Dios. Ve de inmediato al punto; habla honestamente con Él. Él no necesita de un circunloquio como el que usan constantemente los hombres cuando no quieren decir abiertamente lo que tienen en mente. Si no necesitas ninguna misericordia, ni espiritual ni temporal, dilo. No rebusques en la Biblia para encontrar palabras con las cuales expresarte. Declara tus necesidades con las palabras que naturalmente broten de ti. Serán las mejores palabras, puedes estar seguro de ello. Las palabras de Abraham eran las mejores palabras para Abraham, y las tuyas son las mejores para ti. No necesitas estudiar todos los textos de la Escritura para orar justo como Jacob y Elías lo hicieron. Si lo haces, no los imitarías. Podrías estarlos imitando literal y servilmente, pero no tendrías el alma que sugirió y animó sus palabras. Ora utilizando tus propias palabras. Habla claramente con Dios; pide de inmediato lo que necesitas. Nombra personas, nombra cosas, y apunta directamente a la mira de tus súplicas, y estoy seguro que pronto descubrirás que el cansancio y la monotonía de los que te quejabas a menudo en tus intercesiones, ya no te asediarán; o, al menos, no tan habitualmente como ha sucedido hasta este momento.Spurgeon
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