Nuestro Salvador, habiendo hablado de Su reino y de la manera de establecerlo, DESCRIBIÓ A SUS SÚBDITOS: "Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz." Es decir, dondequiera que el Espíritu Santo ha convertido a un hombre en un amante de la verdad, ese hombre siempre reconocerá la voz de Cristo y se someterá a ella. ¿Dónde está la gente que ama la verdad? Bien, no necesitamos investigarlo arduamente. No necesitamos la lámpara de Diógenes para encontrar a esas personas, pues saldrán a la luz; y, ¿dónde está la luz sino en Jesús? ¿Dónde están esos hombres consistentes, que son lo que parecen ser? ¿Dónde están los hombres que desean ser verdaderos en secreto y delante del Señor? Pueden ser encontrados allí donde el pueblo de Cristo es descubierto; serán encontrados escuchando a aquellos que dan testimonio a la verdad. Quienes aman la verdad pura, y saben lo que es Cristo, se enamorarán con seguridad de Él y oirán Su voz. Juzguen ustedes, entonces, en este día, hermanos y hermanas, si son de la verdad o no; pues si aman la verdad, ustedes conocen y obedecen la voz que les pide que se alejen de sus viejos pecados, de los falsos refugios, de los malos hábitos, de todo aquello que no sea conforme a la mente del Señor. Le han oído en su conciencia, cuando les riñe por todo lo falso que permanece en ustedes; y también cuando alienta en ustedes la parte de la verdad que está luchando allí. Spurgeon |