No es un membrete dorado y una letra impecable lo que hace que una petición prevalezca cerca de un rey, sino el sentido de ella. El rey a quien nosotros nos dirigimos discierne el corazón, y es el sentido lo que El mira tan sólo; El escucha para oír, y entiende lo que no decimos. Todas las otras excelencias de la oración no son sino la forma y lo externo de ella; esto es, su sustancia y su vida. - Leighton
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