Vio entonces en aquel hombre, una armadura dorada que brillaba como el sol, y de su sino surgió únicamente la furia, pues aquellos son colores que rara vez resplandecen sobre la siempre tempestuosa Asgard; tierra olvidada, azotada por la furia del Nórdico Dios Vikingo Odín.

Sus ojos felinos se posaron arrogantes sobre los orbes del indú de piel azabache. Sosteniéndose en la posibilidad, un duelo de miradas, que cortaría el ambiente, en destellos eléctricos. El guerrero vikingo simplemente separo sus piernas, en una postura tan magistral, como el tigre que se afirma sobre el piso antes de atacar, y sus intenciones eran palpables a la vista, pues sus manos, extendidas a los costados de su cuerpo, afilaban agudas y largas garras que revestían el cosmos.

Un cosmos gélido, que fluye a través de su cuerpo como una fina escarcha, y un aura albina que resplandece como un fuego imperecedero. Encontrando la creciente acumulación de sus átomos destructivos, en aquellas garras que cada segundo parecen resplandecer más y más.- Hmph ¿Qué puede un indigno como tu decirme lo lejos que puedo llegar o no? Deberías, piel morena, agachar tu cabeza ante mi majestuoso linaje de piel pura.- Versa, con palabras arrogantes que denotan no otra cosa, sino la profunda autovaloración de una filosofía Aria.

Avanza entonces con un profundo paso, que reversa en su cacofonía, seguridad en la marcha. Imponente como gran felino, resplandeciente como Dios Guerrero. Sus ojos centegean con el brillo infausto de la venganza, pues solo el ojo por ojo puede calmar la sed de justicia del terrible Odín.- Caerás igual que lo han hecho otros como tu…y tu Dios te seguirá en el dantesco destino  que les aguarda bajo el cobijo agreste de mis garras.

[Perdóname Makzfak3, la verdad con el fin del cuatrimestre he estado muy atareado, atendiendo muy poco la comunidad, especialmente la crónica en Asgard y el torneo interno. Ademas de los combates bajo mi tutela de juez…te pido paciencia, si aún deseas continuar el combate. Tampoco quiero que el intercambio de palabras en el tema de Manigoldo acabe por crear una rencilla personal, simplemente soy así de técnico no solo con el Tazein y las reglas, sino con todo en la vida, porque a mi criterio es lo más justo, y eso no cambiara, así como tampoco tu opinión, que tampoco intento cambiar. Nuevamente disculpa la tardanza, también que te dejara colgado en el templo de Marte, lo acabo de leer justo ahora, había olvidado que tenía un tema en el pabellón del inframundo, si no deseas continuar el combate entenderé perfectamente la razón. Enserio, mil disculpas.]

Los ojos del efebo vikingo se afilaron prontamente, en ojos agudos e inquisidores que resplandecían con la furia de una bestia acorralada. El destino había sido echado, y ya solo aguardaba el ganar o el morir.

Y como buen guerrero, salió con inmortal celeridad en búsqueda de su adverso. Majestuoso como un felino, sus pies golpeaban con determinación el empedrado camino que circunda las estandartes edificaciones; imponentes pilares que sostienen el mundo marino. Rápidos como centellas, el tiempo corría lentamente para aquellas prodigiosas velocidades, alargando los segundos como si de minutos se tratasen.

Sus manos, literalmente convertidas en zarpas, estaban ya en perfecta simetría a su esbelta figura. Contraídas hacia atrás, a la tura de su pecho, pero apuntando con las estocadas de sus dedos, directamente al enemigo. Un solo movimiento se deslizo sobre el viento…proyectando la diestra mano hacia el frente en un violento golpe, cuando las distancias entre ambos estuvieron cercanas.

Su diestra aplicaba una velocidad sin igual, convirtiéndose en un rayo fulguroso, convirtiendo literalmente su brazo en una ráfaga hostil, que desprendía esa sensación gélida que derrama escarcha nívea. Sus garras cortando al aire silbaban solemnes.- Recibe ¡La garra del tigre vikingo!- Declaro con valentía, cuando ya había lanzando su ataque directamente al pecho de su enemigo, con las claras intenciones de descuartizar aquel valeroso corazón.  

Un palpitar cósmico entonces se dejo sentir sobre todo su cuerpo, desplegando más grande y poderosa, aquella aura cósmica que tanto presume y enorgullece.