*Luego de dar sus primeros pasos en Holanda, Saga observa el firmamento con una mirada cargada de seriedad, y posteriormente penetra hacia el territorio rodeándolo con aquel mismo semblante, cual podría acobardar a quien quiera que se tope con el de improviso, en medio de las sombras que de a poco cubren el cielo como preludio de una gran tormenta que, en cuestión de segundos, comienza a caer de manera violenta y vigorosa, empapando por completo las ropas y los cabellos del Atheniense, quien se mantiene atento ante cualquier suceso inesperado que pudiera presentársele y avanza a paso decidido y firme – Algo hay detrás de esta organización, y es mucho más que terrorismo – menciona fríamente, sin perder ni por un momento la magnificencia de aquel gran porte que lo caracteriza, viéndose fundido con la lluvia en una alianza majestuosa – Y voy a desenmascarar no solo su procedencia original sino también el motivo de su existencia – susurra en un tono prácticamente inaudible, sintiendo como en cada minuto que pasa el aire se torna más denso y difícil de respirar e interpretándolo como el hecho de estar cada vez más cerca de su objetivo, instante en el cual detiene sus pasos frente a una inmensa catedral aparentemente abandonada, y se dispone a ingresar en ella a paso elegante*