-Vete, vete de aquí y no molestes…- murmura Saga llevándose la mano diestra a la frente, mientras yace sobre el rocoso suelo que resguarda el Santuario de Athena, encontrándose agobiado y agotado, luchando consigo mismo para poder aunque sea respirar e intentando salvar su propia humanidad de aquella presencia tan desagradable y oscura que busca desmembrar los cimientos de su alma y apoderarse de ellos cual gran emperador siniestro. Los pájaros cantan al volar sobre sus hombros, y las nubes brillan por su ausencia en un cielo esplendoroso y bello donde reina el sol, en una contradicción casi acromática en conjunto con su propio ser, que es invadido por la oscuridad y el misterio, en un día tan pleno y lleno de luz. – ¡¿De nuevo esto?! ¡¿Qué quieres de mí, quién eres?! – es entonces cuando explota y busca aferrarse con sus manos a la columna que tiene justo a su lado, logrando pararse con extrema dificultad por la escasa fuerza que su cuerpo parece tener en aquel instante en que su cabello azul se torna gris, y sus ojos acuosos abandonan el brillo para dar paso a dos pequeños ríos de sangre que imperan su mirar… -¿Quién soy? ¡Jaja! No soy más que el futuro Rey de este Universo… y tú no vas a detenerme. Poco a poco voy a consumirte hasta que toda la bondad haya abandonado tu alma… la justicia será tu última prioridad, y la primera será servirme… - es luego de estas palabras que son dichas llenas de avaricia que el cuerpo del Atheniense se muestra erguido nuevamente, y en su rostro una sonrisa llena de malicia busca completar el coctel. Es entonces cuando comienza a caminar sin un rumbo aparente manteniendo un porte que sería digno del Patriarca…
Peleando contra alguien que ni siquiera sabe porque existe y menos aún se imagina porque se refugia dentro de él, el caballero aspirante a resguardar el tercer recinto del zodiaco continua sus pasos, por momentos elegante y por otros con gran dificultad, en un espectáculo de colores enfocado en su cabello y sus ojos, que se turnan prácticamente cada un minuto para demostrar su poder sobre el cuerpo de Saga – No vas a lograrlo, déjame en paz. Hagas lo que hagas, no vas a poder conmigo – dice el lado bondadoso del geminiano al ingresar al vacío coliseo, subiendo por las escalinatas y mostrando en su rostro un inmenso deseo por deshacerse de aquel ente interior. Si lo logra podría descansar y estar un rato tranquilo sin molestias y, por sobre todas las cosas, sin ser descubierto por nadie, porque realmente nadie puede descubrir esa faceta suya, ni siquiera pueden llegar a la duda o se armaría un gran revuelo no solo en el Santuario sino también en Rodorio, aldea que suele visitar.
La tranquilidad dura poco al volver a manifestarse en él aquel lado maligno que todo lo busca reinar, cayendo el Atheniense de rodillas. – Nunca podrás liberarte porque vivo en tu misma esencia y puedo controlarte a mi gusto. Ríndete ante mí o únete a mi causa en este plan por dominar todo a nuestro paso. No escuches a Athena y no pierdas tu tiempo con ella ¡El poder está en ti mismo, y tú puedes vencerlos a todos! Y si no lo haces ¡Yo lo haré por mi cuenta! – vocifera vistiendo malicia en sus ojos inyectados de aquel rojo tan sanguinario y violento, culminando el final de sus palabras en una risa macabra que claramente demuestra que nada le importa en el mundo más que él mismo, al pararse derecho y bajar hasta la arena de batalla. Es en aquel momento cuando el firmamento parece querer entrar en conexión con el corazón de Saga, tiñéndose de gris poco a poco por la fuerza de las nubes que lo cruzan tapando los rayos del máximo astro de la galaxia… momento en el cual el descendiente de Cástor y Polux, entre la difícil respiración y el agotamiento que le produce luchar contra sí mismo, eleva su vista hacia el cielo, tornándose la misma acuosa de nuevo en una guerra interna que lleva también a su pelo a volverse azulado. Nuevamente el contraste entre el día y su persona, solo que ahora es al revés y la negrura está lejos de él, pudiendo sentir como la paz lenta pero segura recobra estabilidad en su cuerpo y alma –Estas muy equivocado, seas quien seas. Yo, Saga, debo mantenerme fuerte si quiero convertirme algún día en el Caballero de Oro que vista la Armadura de Géminis y custodie la Tercera Casa en nombre de Athena. No eres más que una molesta carga que debo llevar… pero ten seguro que tarde o temprano, voy a desterrarte de mi mente – es la respuesta que convincente el lado bueno otorga, oyéndose en aquel momento un trueno increíblemente fuerte que quiebra el silencio sepulcral solo roto hasta el momento por las voces del ying y el yang.
A pesar de la victoria momentánea de Saga, su lado maligno no tiene intención alguna de dejarlo en paz, y busca continuamente acecharlo e ingresar en su intelecto por completo, situación que el Atheniense evita a base de esfuerzo y poder mental, viéndose obligado a llevarse las manos a la cabeza por el terrible dolor que aquella batalla le ocasiona, casi tambaleando al empezar nuevamente a mover sus pies para alejarse de aquel sitio. –Nunca podrás eliminarme… ¡Nunca! - son las palabras que emite la maldad junto a una carcajada, buscando intimidar al geminiano y mostrarle que aunque pueda dominarse, él siempre estaría allí, persiguiéndolo hasta el final de sus días, más, sin embargo, la cara de la justicia logra resistirse sin dar paso al natural cambio de colores que se produce cuando la otra domina, solo dándole espacio para hablar y alardear sobre toda su fuerza y supuesta inmortalidad. Entonces, dentro de su cuerpo e incluso corazón, Saga puede sentir como aquella presencia lo abandona por completo, y al menos por el momento no ya no existe otra persona en su interior más que él mismo. Aunque no pudiera saber ni imaginarse bajo qué circunstancias y momentos su cara oscura volvería a manifestarse, ahora el caballero está tranquilo por haber ganado en esta ocasión, más, sin fuerzas por su cansancio mental, se queda dormido sentado al lado de una columna en las proximidades de la aldea Rodorio, y el último pensamiento que cruza su ser antes de cerrar los ojos y caer en el profundo sueño, es su determinación por erradicar aquel mal que lo sigue, puesto que con él en su interior, no sería más que un peligro para su hogar, el Santuario Atheniense…
Bueno, esto es algo así como un pequeño fic que se me ocurrió hacer para tratar este tema que vengo prácticamente ignorando en mis misiones. No se si está del todo bien, pero puse todo mi empeño para acercarme lo más posible a Saga. No está demás decir que no hago esto por obtener recompensa, sino por mejorar mi nivel y mostrárselo a ustedes. Espero que tanto Shaka como Orpheo vean algo positivo en esto. Muchas gracias por leerlo a los que lo hicieron, de verdad, y ahora me despido, finalmente....