¿No debería llorar mucho más? Cuando se logra observarse a sí mismo
El Gran Mulla Nasrudín decidió y regalar a su esposa un valioso espejo de cuerpo completo. La esposa tomó con sumo agrado el
Obsequio, y rápidamente se miró en él; algunas lágrimas brotaron de sus ojos. Nasrudín, a su lado, comenzó a llorar también.
Poco después la esposa de Nasrudín se calmó, pero Nasrudín siguió llorando.
- Esposo mío - le dijo la esposa -, cuando yo me vi tan fea en el espejo tuve una pequeña emoción, recordé con nostalgia cuando fui hermosa; sabiendo cuánto me amas no me sorprendí que compartieras mi pena; yo te lo agradezco mucho pero, dime amor: ¿por qué continúas
gritando y llorando así, cuando yo ya me he repuesto?
Nasrudín, secando sus lágrimas, dijo:
- Esposa mía, por un instante te miraste en el espejo y te afligisteis. Yo, tu marido, que veo tu cara durante todo el día, ¿no debería llorar mucho más?
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