¿Cuál es el significado de Bereshit?.
Árbol Sefirótico además de los tres ter- narios considerados como los más importantes, existen once ternarios más. Aquí se expo- nen, llamando a la Sephirah más positiva —de la tríada— activa, a la más negativa, pasiva, y equilibrante a la que ejerce este papel entre ellas. http://groups.google.com/group/secreto-masonico
Netzah Activa. Tiphereth Equilibrante. Hod Pasiva. Chesed Activa. Tiphereth Equilibrante. Netzah Pasiva. Gueburah Activa. Tiphereth Equilibrante. Hod Pasiva. Kether Activa. Tiphereth Equilibrante. Yesod Pasiva. Chokmah Activa. Chesed Equilibrante. Netzah Pasiva. Binah Activa. Gueburah Equilibrante. Hod Pasiva. Tiphereth Activa. Yesod Equilibrante. Malkuth Pasiva. Chesed Activa. Tiphereth Equilibrante. Hod Pasiva. Gueburah Activa. Tiphereth Equilibrante. Netzah Pasiva. Netzah Activa. Yesod Equilibrante. Malkuth Pasiva. Hod Activa. Yesod Equilibrante. Malkuth Pasiva.
En total son catorce tríadas en el Árbol Sefirótico. Esta forma de enfoque aumenta las po- sibilidades de análisis y conocimiento pues, al admitir cada tríada seis permutaciones, son ochenta y cuatro las variables equilibrantes con las que se puede trabajar, teórica o prácti- camente. El trabajo práctico con los temarios, como casi toda la Cábala práctica, supone peligro. Los cabalistas ensalzaron tradicionalmente al ternario al tiempo que lo ocultaban a los profa- nos, por el riesgo que esto implicaba. Su conocimiento puede conducir a una mala utiliza- ción del magnetismo y el psiquismo, entre otras cosas, como desgraciadamente a sucedido con más frecuencia de lo que cabría esperarse. Un ejemplo del enorme poder que representa la adecuada utilización de una tríada, lo te- nemos en el Sepher Yetsirah - que se indicó en el capítulo anterior. Allí Dios, de acuerdo al relato Yetsirático, sella los seis confines del Universo con la tríada iod- he-vav, que corresponderían a Chesed, Gueburah y Tiphereth respectivamente.
El Zohar también hace alusión a este poder. En su sección Bereshit, indica: “R. Yudai pre- guntó: ¿Cuál es el significado de Bereshit?. Significa ‘con Sabiduría’, la Sabiduría sobre la cual se basa el mundo, y a través de esto nos introduce a misterios profundos y recónditos. En ella, también, se halla la inscripción de las seis principales direcciones supremas, de las cuales surge la totalidad de la existencia. De la misma salen seis fuentes de ríos que fluyen al Gran Mar. Esto está implicado en la palabra Bereshit, que puede ser descompuesta en Bará-Shit (Él creó seis)... que implica que lo que estaba sellado e improductivo en la pala- bra Bará, se ha vuelto, a través de una transposición de letras, útil, a emergido un pilar de fecundidad...”. Algo que tiene referencia con el Árbol, en forma directa, es el final de la oración por ex- celencia de los cristianos, el Padre Nuestro. Dice literalmente: “Porque Tuyo es el reino, el poder y la gloria, por siempre, amén”. Este versículo no lo tradujo San Jerónimo en la Vul- gata y por tanto los católicos no lo utilizan. Los evangélicos lo han incluido en su Nuevo Testamento. En el rito ortodoxo griego, no se permite sino a los sacerdotes pronunciarlo. Con este versículo, una corriente cabalística cristiana instituyó un signo de la cruz, para apertura y cierre de rituales y oraciones. Se pronuncia en hebreo y se realiza, como la cruz católica y ortodoxa, sobre el cuerpo. La única variable, y esta por buenas razones, fue la modificación de la expresión ‘Porque Tuyo’ –Qui Sheljá– por la de, simplemente, ‘Tu’ –Atá–. Las palabras y la forma de reali- zarlo son las siguientes: Con los dedos índice y medio de la mano derecha tocando la frente, se pronuncia ‘Atá’. Llevando la mano a la parte media del cuerpo, ‘Malkuth’. En el hombro derecho, ‘ve- Gueburah’. En el hombro izquierdo, ‘veGuedulah’ . Tocando en el plexo solar, ‘leO- lam’. Y juntando las palmas de las manos con los dedos hacia el frente, ‘Amén’. Aquí se producen dos fenómenos importantes en magia ritualística. Primero, el poder vi- bratorio de las palabras que se emiten. Segundo, la energía que proyecta el movimiento de la mano. El primero se denomina en Cábala, genéricamente, shmot y el segundo, haavayá. Para aquellos lectores que han tenido contacto con el esoterismo hindú, se podría añadir que corresponderían a los mantrams y mudras, respectivamente. A este signo se le ha denominado ‘Signo de la cruz cabalístico’. Aquí, para abreviar y darle un nombre más acorde, lo llamaremos ‘signo tav’. La letra tav, en su origen cananita era una cruz y hoy en día, pese a que cambió su grafía, el significado interno sigue siendo el de cruz. Las meditaciones con el Árbol Sefirótico son unos excelentes ejercicios para la conciencia, además de producir un cúmulo de conocimiento en general y de autoconocimiento en par- ticular. La metodología es simple. Son la constancia y la dedicación, como en todo ejerci- cio, las que van produciendo, paulatinamente, el desarrollo. Para proceder se debe de estar lo más relajado posible. Lugar tranquilo, falto de ruidos molestos y en cómoda posición. Se respira profundamente en varias oportunidades, hasta obtener un buen nivel de tranquilidad. Una vez logrado esto, se efectúa el signo tav. Segui- damente, se visualiza la Sephirah como tal, es decir como una esfera, de suficiente tamaño para que podamos entrar holgadamente en ella. Debe de visualizarse en el color que le co- rresponda. Una vez obtenida la imagen lo más nítida posible, nos introducimos, o bien, si se dificulta este paso, hacemos que sea la esfera la que nos recubra. Se pronuncia el nom- bre divino correspondiente, por tres veces en forma lenta. Se hace una pequeña pausa y luego se pronuncia el nombre arcangélico, por tres veces también. Hecho esto, permane- cemos pasiva y relajadamente por unos quince o veinte minutos. Después de ese lapso, volvemos a realizar el signo tav para salir de la meditación. Las meditaciones se realizan siete días consecutivos, sobre cada Sephirah, comenzando por Malkuth y siguiendo el camino de ascenso del rayo zigzagueante, es decir: Malkuth, Ye- sod, Hod, Netzah, Tiphereth, etc. Cuando se indica color, nombre divino y nombre arcangélico correspondiente, nos referi- mos a los que se señalaron, para cada Sephirah, en el capítulo anterior. La única variación estriba en el color de Malkuth, ya que al ser cuatricolor se puede dificultar, para los no ex- perimentados, su visualización. En este caso se toma el color marrón oscuro, que es el re- sultante de la mezcla de los cuatro. Es posible que durante las primeras meditaciones no se sienta ni se vea nada pero, antes que desanimar, esto debe de servir de acicate para continuar con más empeño. De cualquier forma, es importante tener a mano un cuaderno para anotar, una vez conclui- da la meditación, lo que se observe o sienta. También se debe de colocar la fecha corres- pondiente, así como el día ordinal de la sefirá en que se está meditando. Estas anotaciones pueden ser muy útiles en el futuro. Las meditaciones deberían de realizarse en forma permanente. Al finalizar un ciclo, hasta Kether, comenzar nuevamente por Malkuth. Cuanto más constancia y esfuerzo se les de- dique, mayores serán los resultados. Existen otras diversas formas de meditación en el Árbol Sefirótico, pero con el simple método aquí expuesto se obtienen muy buenos resultados. Continuando con los aspectos prácticos, entraremos en el de bioenergización. El concepto es similar al de los chakras del hinduismo, pero la metodología es diferente. Se basa en la columna central del Árbol y en su correspondencia con el cuerpo humano. El ser humano está constituido por una parte física y otra espiritual, teniendo, ambas, sub- divisiones. El cuerpo físico está formado por el cuerpo denso y el doble etérico. Este últi- mo se denomina así porque es una reproducción exacta del cuerpo denso, en un nivel vi- bratorio ligeramente superior. Está conformado por un campo biomagnético, que es como el soporte donde están localizadas las células físicas. En este doble etérico se encuentran unos centros de energía de vital importancia para la vida física, e incluso la psíquica, del hombre. Son lugares de entrada y salida de la energía en nuestros cuerpos físicos. El principal flujo de energía recorre el cuerpo de cabeza a pies. Este canal debe de perma- necer constantemente fluido para mantener el equilibrio físico, emocional y espiritual. La gran mayoría de las enfermedades, de cualquiera de los tres tipos, comienza con una mala circulación en el canal energético. En los puntos donde hay acumulación de energía se produce un bloqueo, generando un desgaste y causando problemas en los tres niveles. Además de que al estar bloqueada la energía en algún punto hace falta en otros, y las zonas desenergizadas son muy vulnerables. Los bloqueos se producen a nivel de los centros de energía, y es sobre estos puntos que se debe de trabajar para que el canal permanezca con buena fluidez. Los más importantes co- rresponden a las Sephiroth de la columna central, incluyendo a Daat.
Para efectuar el ejercicio, primero debemos de relajarnos respirando varias veces en forma profunda, preferiblemente acostados. Una vez logrado un buen nivel de tranquilidad, se hace el signo tav. Después, se procede a visualizar las Sephiroth en los lugares y con los colores adecuados, de arriba hacia abajo, pronunciando, en cada caso, el nombre corres- pondiente. Los colores a utilizar son del nivel Yetsirático, pues se trabaja sobre el etérico del cuerpo. Veámoslo en detalle. Una vez realizado el signo tav, se visualiza sobre la cabeza una pe- queña esfera (de unos diez cmts.) de color blanco brillante. Después, se pronuncia lenta- mente Ehié (la h, como j suave). Esperamos unos momentos. Es probable que se sientan pulsaciones en la esfera, pero, de no ser así no significa que se esté haciendo inadecuada- mente. Sin dejar de ‘ver’ la Sephirah superior, se visualiza otra esfera a nivel de la gargan- ta. El color, violeta. El nombre a pronunciar es Adonai. Elohim. Tras breves instantes de concentración, se pasa a la tercera esfera. Esta se visualiza a la altura del plexo solar. Su color, rosado. El nombre, Adonai Eloá va Daat. La cuarta Sephirah se localiza a nivel de los genitales. Su color, púrpura oscuro. El nombre, Shadai El Jai. La quinta, y última en los pies. Su color, marrón dorado. El nombre, Adonai Melej. Luego de completar el recorrido, se deben de mantener todas las Sephiroth visualizadas en los lugares indicados. Entonces, debe de imaginarse, y sentirse, un canal que va de la pri- mera a la quinta esfera. Por él circula un gran flujo de energía. Las esferas permanecen, ahora, en un segundo plano. Lo importante es el fluir energético, que nos infunde fuerza y vitalidad. Va adquiriendo, paulatinamente, el color amarillo dorado. Bajo su influjo, senti- mos que todas las células de nuestro cuerpo despiertan, se revitalizan. Estamos vibrando con el diapasón del Universo. Nuestra aura también se hace dorada y percibimos que a través de ella proyectamos alegría y paz, porque esto es lo que tenemos en nuestro interior. Permanecemos unos momentos envueltos en el apacible bienestar que nos invade, sintien- do el fluir energético a través del canal sefirótico. Después, hacemos el signo tav para salir del ejercicio bioenergético. Estos aspectos prácticos son de gran utilidad para ayuda y desarrollo personal. Pero, como en todo ejercicio, la perseverancia es la que produce frutos. Según se dijo al principio del tercer capítulo, el Árbol Sefirótico concreta las ideas abs- tractas. Si colocamos sobre el Árbol las distintas religiones conocidas, pasadas y presentes, analizando detenidamente cada una de ellas y comparándolas entre sí, habremos de admitir que todo se basa en lo mismo. Viejos dioses que mueren y nuevos dioses que nacen, con las mismas características de los antiguos. Ya que cada Sephirah tiene diferentes estratos vibratorios, es probable que los dioses, fuerzas, entes, o como se los denomine en cada caso, correspondan a niveles relativamente superiores o inferiores de acuerdo al desarrollo de cada religión, pero, siempre dentro de las características propias de la Sephirah. Por eso, ninguna religión debe de ser menospreciada; se puede estar en desacuerdo, por el motivo que sea, pero, merece respeto. Y el tema es propicio para que analicemos brevemente un aspecto muy discutido, teológica y filosóficamente, como es el del monoteísmo y politeísmo. Si tomamos al Árbol Sefiróti- co en su conjunto, tendríamos la representación más cercana al monoteísmo puro. Si indi- vidualizamos las Sephiroth aparecería como politeísmo, desde un punto de vista externo. Estos conceptos son básicos para lograr una comprensión clara de aspectos que se prestan a confusión. Según se indicó al analizar el Árbol Sefirótico, la conciencia humana sólo llega hasta Kether y esto en casos excepcionales. Luego, es permisible aceptar que, en cuanto a nuestro plano se refiere, todo comienza en la primera Sephirah. Dado que cada Sephirah es un nivel de energía con su concreta peculiaridad, podría ser tomada como un ente indivi- dual en la búsqueda de objetivos determinados.
Si se aíslan, cada uno de los niveles, y se les rinde culto separadamente, se caería en lo que teológicamente se define como politeís- mo. Por el contrario, si cada nivel es considerado simplemente un atributo que forma parte de la, que podríamos llamar, personalidad del Ente Supremo, sería definible como mono- teísmo. Sin este sencillo análisis, una religión que tienda al monoteísmo puro no es comprensible a la lógica de los humanos. Pues, nuestros sistemas sociales se basan en estructuras pirami- dales y para la mente adaptada a estos esquemas se le dificulta, enormemente, el concepto de gran jefe por un lado y el resto de la tribu por otro, sin intermediarios. Para concluir, por el momento, con lo referente a este extraordinario símbolo, expondre- mos una cita de Isaac el ciego. Este cabalista provenzal del Siglo XII dice, en su comenta- rio al Sepher Yetsirah, que el conocimiento de Dios no se logra por especulación, sino ab- sorbiendo la esencia del Árbol Sefirótico En la carta de San Pablo a los colosences la idea queda expresada en latín como "Deus absconditum cum vestra vita". Dios está escondido u oculto en cada uno de nosotros, que viene a ser el alma o espirítu del universo que nos impulsa o nos mantiene vivo, hálito vital o hábito divino, "daimon" o Dios personal para los griegos, reflejo particular de un Ser superior o fuerza cosmica, que a él o a ello retorna una vez fenecido el cuerpo. Pero, la diferencia entre el mensaje del cristianismo y la filosofía tradicional sobre la divinidad, es que, si la filosofía busca a Dios desde un punto de vista puramente abstracto y especulativo, el cristianismo, a través de los Santos Evangelios, plantea tres destinos objetivos de esa búsqueda o momentos postreros del cuerpo:
1.º La vida eterna del alma (o consciencia).
2.º La resurección de la carne.
3.º La herencia de la Tierra.