De aquel rincón bañado por los fulgores del sol que nuestro cielo triunfante llena de la florida tierra donde entre flores se deslizo mi infancia dulce y serena envuelto en los recuerdos de mi pasado borroso cual lo lejos del horizonte guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado del sembrador mas raro que hubo en el monte aun no se si era sabio loco o prudente aquel hombre que humilde traje vestía solo se que al mirarle toda la gente con profundo respeto se descubría y es que acaso su gesto severo y noble a todos asombraba por lo arrogante ¡hasta lo leñadores mirando al roble sienten la majestades de lo gigante!
Una tarde de otoño subí a la sierra y al sembrador sembrando mire risueño ¡desde que existen hombres sobre la tierra nunca se ha trabajado con tanto empeño!
Quise saber curioso lo que el demente sembraba en la montaña sola y bravía el infeliz oyome benignamente y me dijo con honda melancolía
¡Siembro robles pinos y sicomoros! quiero llenar de frondas esta ladera quiero que otros disfruten de los tesoros que darán estas plantas cuando yo muera
¿Por qué tantos afanes en la jornada sin buscar recompensa? dije y el loco murmuro con las manos sobre la azada acaso, por ser niño te asombre mucho el soberano impulso que mi alma enciende por los que no trabajan trabajo y lucho si el mundo no lo sabe ¡Dios me comprende! hoy es el egoísmo torpe maestro a quien rendimos culto de varios modos si rezamos, pedimos solo el pan nuestro ¡Nunca al cielo pedimos pan para todos! en la propia miseria los ojos fijos buscamos las riquezas que nos convienen y todo lo arrostramos por nuestros hijos ¿Es que los demás padres hijos no tienen? Vivimos siendo hermanos solo en el nombre y en las guerras brutales con sed de robo hay siempre un fraticida dentro del hombre y el hombre para el hombre siempre es un lobo por eso, cuando el mundo triste contemplo yo me afano y me impongo ruda tarea y se que vale mucho mi pobre ejemplo aunque pobre y humilde parezca y sea ¡hay que luchar por todos los que no luchan! ¡hay que pedir por todos los que no imploran! ¡hay que hacer que nos oigan los que no escuchan! ¡hay que llorar por todos los que no lloran! hay que ser cual abejas que en la colmena fabrican para todos dulces panales hay que ser como el agua que va serena brindando al mundo entero frescos raudales hay que imitar al viento que siembra flores lo mismo en la montaña que en la llanura y hay que vivir la vida sembrando amores con la vista y el alma siempre en la altura dijo el loco, y con noble melancolía por las breñas del monte siguió trepando y al perderse en las sombras, aun repetía ¡hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!