El olvidado arte de crear hombres.
Había una vez un buen masón. Que pasó parte de su vida dedicado el extraño arte de crear un hombre. Reunió los materiales propios para crear un homúnculo u hombre artificial, y se dedicó así a darle vida a aquello que no la tiene, imitar la Labor de Dios, y en su caso mejorarla. Ejecuto experimentos osados en busca de su meta. Su sagacidad y su atrevimiento fueron famosos en su tierra natal, fueron tales que su reputación de sabio masón y científico resonó fuertemente hace justo 273 años.
Un día dio con un extraño manuscrito hebreo de magia, el cual daba cuenta de cómo llevar a cabo sus pretensiones. Pero, nuestro hermano y amigo masón constructor de vida artificial tenía un defecto: la negligencia, esta tendencia no era muy marcada, y se consideraba capaz de compensarla, sólo parecía ser vista como una pequeña falta. Hubo cosas que paso por alto al hacer su hombre artificial, olvidaba una que otra cosa importante. Le gustaba dormir; y a veces, cuando estaba dormido, las necesidad de buscar alguno que otro ingrediente, o de armar debidamente, o de dedicar tiempo a su proyecto, pasaban de largo y no hacia lo debido.
Así como su inteligencia dejaron huella en sus inventos anteriores, así lo hizo también la característica de su negligencia. Fue entonces cuando terminada su gran obra: en el hombre artificial algo había quedado mal, y es que el manuscrito de magia hebrea, no había sido bien interpretado, pero el masón pensó que su obra había sido completada.
Pronto vio que su hombre artificial era muy inadecuado, pues carecía de la chispa divina; y entonces una voz se dirigió al masón constructor de vida artificial, diciendo: Permanece atento; pues la chispa de la vida se presentará ante ti, pero si no eres suficientemente presto ella se diluirá. Nuestro hermano masón se acomodó a esperar, excitado ante la prospectiva de atrapar esa chispa e integrarla a su hombre artificial. Pero su negligencia pronto se presento de nuevo y la oportunidad de atrapar la chispa se perdió, pues el masón quedo dormido al esperar, se dio cuenta que su capacidad de atención no era la suficiente. Después de estar atento durante un lapso que le pareció un milenio, comenzó a cabecear de sueño. Por un instante se cerraron sus ojos. Y en aquel momento infinitesimal, se presento la chispa de la verdadera vida y no la pudo atrapar con sus manos. Y antes de que sus ojos estuvieran de nuevo completamente abiertos, la chispa se diluyó: y su hombre artificial quedo sin la preciada chispa. Hasta el día de hoy, el hombre artificial aun camina, habla y gesticula, tal cual un hombre normal, pero lamentablemente éste no tiene el don de la consciencia divina. Pero se dice que aún hay la oportunidad de regresarle la consciencia a artificial hombre, por algún otro masón, pero hay que estar muy atentos a que la chispa aparezca, sea atrapada y puesta dentro del hombre artificial, para que al final de la historia éste sea un Ser completamente consciente.
Alcoseri
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