Mi general Francisco J. Múgica.
Fernando López Alanís.
128 años se cumplirán este 2012 del nacimiento de uno de los hombres más importantes en la historia de México durante la primera mitad del pasado siglo: Francisco José Múgica Velázquez, y más olvidado, precisamente por Masón, crítico certero y veraz de los vicios del clero de su tiempo; con fama de intransigente con los vicios, y de “radical” en su ideología masónica. La iglesia católica lo declaró su enemigo esencial, y ha logrado borrarlo de la memoria histórica del pueblo mexicano. O casi…
Este civil metido a militar, como él mismo se definió, es resultado de la circunstancia de un Porfirio Díaz dictador, de un Victoriano Huerta traidor, y de su propia inquietud intelectual y social.
Nació en Tingüindín, un pueblecito en la serranía del Estado (provincia, departamento o región) de Michoacán, al occidente de México. Pero siendo su padre maestro de escuela, en continuo cambio de una población a otra, fue realmente circunstancial haber nacido allí, y se tenía más bien por zamorano. Nada auguraba al intelectual revolucionario.
En la población de Zamora, entonces con una fama bien ganada de “levítica” y “mocha”, creció, estudió, fue seminarista sin convencimiento, realizó una intensa preparación intelectual como periodista, liberal y enemigo declarado de la dictadura, y allí conoció, por la amistad de sus respectivos padres, al jiquilpeño Lázaro Cárdenas del Río, amistad de tanta trascendencia en acciones de gobierno veinte o poco más años después, en la expropiación petrolera y en la fundación de la Comisión Federal de Electricidad, acciones que muchos consideran tuvieron como sustento la ideología de Múgica. ¿Nada importante…?
Debemos tener en cuenta los tiempos. El que ahora se considere como “nocivas” a nuestra economía instituciones como PEMEX, CFE, el IPN, el ejido o las tierras comunales, y otras de los años veinte y treintas del pasado siglo, no significa que durante cincuenta o más años lo hubieran sido igualmente; por el contrario, fueron cimientos del desarrollo y fortalezas de una estructura del Estado que mantuvo crecimiento y desarrollo social, incluso, y esto es lo más importante de los tiempos más cercanos, durante los tiempos malos de los años setentas.
Múgica y Cárdenas, cuyo nombres no podemos separar en estos asuntos, nunca pensaron en el expediente fácil de recurrir al siempre mañoso, y mafioso para sus fines, capital extranjero; ellos pensaban, y así actuaron, que con los recursos propios del país y el esfuerzo sostenido de los mexicanos, se puede avanzar en todos los campos del progreso sin comprometer ni la soberanía de la nación ni la libertad de los mexicanos.
Todo lo contrario de las tendencias actuales de los gobiernos priístas a partir de Miguel de la Madrid y de Carlos Salinas, y de los panistas del 2000 al 2013: Fox fue acusado de agachón ante Bush y Calderón de miedoso ante los estadounidenses y de busca negocios en beneficio de compañías españolas.
Múgica es uno de los hombres más importantes del rescate de la educación de las manos de unos pocos para hacerla universal y popular, del mantenimiento de la separación de la iglesia o iglesias del estado, promotor y hacedor del Estatuto Jurídico de los Empleados de Gobierno, ideal que no ha podido cumplirse y que ahora se impulsa como servicio social de carrera; él fue quien por ley obligó a que las naves áreas mexicanas, o de bandera mexicana, sólo fueran piloteadas por mexicanos; como Secretario de Comunicaciones construyó caminos e impuso el acondicionamiento portuario en forma tal que proporcionalmente ningún otro secretario de ese ramo lo ha hecho.
La antigua carretera México, Morelia, Guadalajara, que pasaba por Mil Cumbres y rodeaba Chapala, fue obra suya, por ejemplo, construida con los criterios de la época, y la calidad que se exigía, y que está demostrada en que todavía están en servicio y no han podido ser superadas en los aspectos técnicos.
Voy a citar a un amigo mío, maestro muy apreciado de algunos que han sido sus alumnos, quien a su vez citaba al periodista Francisco Múgica de la primera década del siglo anterior en Zamora, a propósito de personajes de la Historia. Citaba así el profesor Octavio Ortiz Melgarejo, de feliz memoria: “Se estudia al individuo en todos sus aspectos, se mide la magnitud de su persona, se cuentan sus hazañas si es militar, sus caridades si es filántropo, sus proezas si es apóstol, sus leyes si es legislador, sus obras si es literato, y el progreso del pueblo en que haya figurado si fue estadista o gobernante.
Y cuando se ha visto que el análisis desapasionado de la personalidad discutida se ha acrisolado con el fuego candente de ese juicio, se le declara héroe, benefactor o benemérito, y se inmortalizan su nombre y sus hechos para que el pueblo aprenda y guarde en la memoria el recuerdo de un ciudadano ilustre y sus hazañas dignas de eterna remembranza”.
Cuando Múgica expuso esos criterios estaba muy lejos de imaginar siquiera que pudiera llegar a tener la trascendencia que tiene, se le reconozca o no. Para comprender mejor su importancia digamos de una vez que él fue el artífice, junto con otros distinguidos Masones, de la redacción de los que fueron los Artículos Constitucionales conocidos “De las Garantías Individuales”.
Cuenten el 3 (educación laica), el 13 (desconocimiento de títulos de nobleza y de prerrogativas), el 14 (no hay juicios por leyes privativas), el 22 (que prohíbe la tortura), el 24 (libertad de cultos), el 27 (que devuelve la propiedad de los recursos naturales, en particular gas y petróleo, a la Nación, y acaba con la acumulación de tierras), el 28 (que prohíbe los monopolios), y entenderán por qué sus enemigos bajo la guía de la Iglesia Católica, casi lo han borrado de nuestra memoria histórica.
Ortiz Melgarejo señaló: “recordar al militar, el filántropo, al apóstol, al legislador, al escritor y orador, al estadista y gobernante, aspectos relevantes de la personalidad de Francisco José Múgica Velázquez”.
Yo, y millones más de mexicanos que conocemos la obra de Múgica no sólo estamos de acuerdo con el propio Múgica y con al aplicación que le hace Ortiz Melgarejo de sus propias palabras, sino que además pensamos que no hay quien pueda con verdad y sinceridad desmentirlas.
Pareciera que nos hace falta ahora un Masón, un librepensador, un apóstol como Múgica; pero no, no en realidad; bastaría con que nos fuéramos a las bases de su enorme fuerza moral e intelectual, y de estudiar su obra, para que nuevamente esté con nosotros y nos guíe en las mismas luchas de él, pero en las circunstancias de hoy.