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General: MIS 57 AÑOS
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De: lamoneda38  (Mensaje original) Enviado: 04/09/2012 17:14

MIS PRIMEROS 57

(APUNTES DEL DESTIERRO)

Debo confesarles que vivo en una habitación pequeña y que el departamento lo comparto con un marroquí, dos mexicanos y un árabe. Sobre el refrigerador pegamos las reglas de convivencia, escritas en una hoja de papel: un día por semana, los domingos, uno de nosotros tiene que limpiar los lugares comunes (cocina, sala y baño) y después de las diez de la noche cero música o ruido que moleste al tercero. Ha funcionado.

El lunes 3 de septiembre este país se paralizó: celebraron el día del trabajo. En mi caso, opté por recordarlo estudiando francés, porque a mi edad, 57 años, tengo nuevamente que comunicarme con otras personas en ese idioma. Así que voy a la escuela, como cualquier escolapio, y en dos meses logré trasponer el primer nivel de conocimientos.

Por tercera ocasión, como le escribí a un amigo acapulqueño, tengo que pedir las cosas de diferente manera. Por ejemplo, en México, antes de solicitar refugio político en Canadá, en el restaurante le solicitaba a la mesera o mesero: “Por favor, me trae un vaso de agua”. Después de 2004, en Toronto el mismo enunciado tenía que pedirlo con palabras distintas: “Please bring me a glass of water”. Y a partir de mayo de 2012, en Quebec, el asunto se complica: “S'il vous plaît apportez-moi un verre d'eau”. Agua, es agua en nuestra lengua materna: se dice como se escribe. En Ingles, desaparece la T de water y se pronuncia “uarer” y en francés, es lo más canijo, porque agua se escribe eau, pero solo se dice “O”. El destierro tiene sus bemoles.

La noche del 3 de septiembre estuve tentado en comprar cerveza e idiotizarme. No lo hice. Vivo solo en mi habitación y estudio francés para volver a la chamba. Por lo pronto, el gobierno quebequiano que anhela independizarse del Canadá anglosajón, patrocina la francesación de los nuevos inmigrantes. Es obligatorio hablar francés por estos territorios, si uno quiere sobrevivir.

Las clases se reanudaban el miércoles 5 de septiembre, porque el día de mi cumpleaños –4—hubo elecciones provinciales en Quebec. El primer ministro será relevado o ratificado y lo mismo ocurrirá en todos los ayuntamientos y la asamblea nacional o congreso (115 legisladores). Jean Charest, desde el 14 de abril de 2003, es primer ministro y milita en el Partido Liberal. Desgraciadamente su gobierno fue contaminado por la mafia siciliana (quien controla sindicatos y la obra pública, a decir de la prensa) y las revueltas estudiantiles y eso lo obligó a adelantar los comicios de renuevo, en pro de la gobernabilidad interna. Sus contrincantes, la dirigente del Partido Quebequiano, Pauline Marois, y el ex francófono, François Legault, de la Coalition Avenir Québec (coalición por el futuro de Quebec).

Casi seis millones de quebequianos tienen derecho a votar y en sus manos estuvo el destino político de su provincia. Mientras eso ocurría, yo opté por ir a un retiro espiritual, construido en la cima de una montaña, y desde ahí, seguí con la disciplina de dominar esta tercera lengua que me permitirá seguir vigente en el sistema laboral. No es fácil vivir en el destierro obligado, estar lejos de la familia y los amigos, de seguir solo, aislado y lúcido. Las hijas se han independizado y en estos territorios difícilmente la amistad se finca, porque es una sociedad materializada y la mayoría de inmigrantes tienen deudas bancarias y deben trabajar jornadas hasta de catorce horas diarias para vivir en confort. Es una locura.

Uno puede aportar su experiencia en las comunidades asistencialistas sin pedir nada a cambio y continuar su trabajo crítico, en el caso de ser periodista, para no consumirse por la aprensión o depresión. En Canadá, como en todas las naciones, hay corrupción en su poder judicial dominado por abogados venales. Hay mucho trabajo por hacer. Los compañeros de estudio, en su mayoría adultos, son chinos, árabes e indios de la India, y por lo tanto de culturas disímbolas. Pocos latinos, pero esclavizados por sus tarjetas de crédito. Esa es la razón por la que en contadas ocasiones duermen sobre el mesabanco mientras los maestros intentan enseñarnos el nuevo idioma. Lo loable de esta escuela es que existe gente buena que tiene vocación altruista y eso anima.

Hoy cumplo 57 años y hay vecinos lejanos, virtuales, únicos que nos recuerdan y regalan afecto. Facebook nuevamente hace de las suyas: su comunidad, de la que me incluyo, interactúa para no pasar al anonimato absoluto. En este medio he experimentado la censura, tal vez por hackers ajenos al emporio, pero a la vez me ha acercado a personas solitarias, talentosas, cargadas de responsabilidad social y de amor al prójimo. Gracias nuevamente por estar en la trinchera de los condenados de la tierra y luchadores por la libertad de iguales con respeto a la vida y la diversidad y la justicia social.

Por Everardo Monroy Caracas.

Periódico:

“Tinta Guerrerense”

4 septiembre, 2012



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De: Alcoseri Enviado: 05/09/2012 00:16


 
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