¿Por qué se mantiene el verdadero conocimiento masónico tan cuidadosamente en secreto?
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El legítimo conocimiento masónico ha sido preservado y, existe un conocimiento masónico que es muy distinto a la ciencia de los profanos, a la religión y la filosofía convencional, y que aun llega a sobrepasarlas o superarlas, pero ¿por qué esa masonería no se convierte en propiedad común? ¿Por qué sus poseedores masones se niegan a dejarlo entrar en la circulación general de la vida, en aras de una lucha más eficaz o más decisiva contra la mentira, el mal y la ignorancia?" – Esta pregunta debe surgir en toda mente que encuentre por primera vez las ideas del conocimiento masónico. —Hay dos respuestas: Primeramente, este conocimiento masónico no se mantiene secreto; luego, en segundo lugar por su propia naturaleza le está impedido llegar a ser jamás propiedad común de todos los seres humanos. - Examinaremos este segundo punto. Le probaré que el conocimiento masónico — es mucho más accesible de lo que generalmente se cree para aquellos que son capaces de asimilarlo y entenderlo, aún sin ser masones; y todo el problema estriba en que la gente profana o no lo quiere o no lo puede recibir.- Pero ante todo, es necesario comprender que el conocimiento masónico no puede pertenecer a todos, ni aun puede pertenecer a muchos, sino sólo a unos pocos. Así es la ley. Usted no la comprende porque no se da cuenta de que como toda cosa en el mundo, el conocimiento masónico es material. Es material real, es real porque no pertenece ni a la ciencia académica, ni a la política, ni a la religión—esto significa que posee todas las características de la materialidad autentica, y no una cosa de la imaginación, es una sustancia viva, es tangible y comprobable, y una de las primeras características de la materialidad implica una limitación de la materia; tal cual una sustancia energética y Egregorica, quiero decir que la cantidad de materia, en un lugar dado y en condiciones dadas, es siempre limitada. La misma arena del desierto y el agua del mar existen en una cantidad invariable y estrictamente medida. Por consiguiente, decir que el conocimiento masónico es material es decir que hay una cantidad definida en un lugar y en un tiempo dado. Por tanto se puede afirmar que durante el curso de un cierto período, digamos diez años, la humanidad dispone de una cantidad definida de esta energía y conocimiento masónico. Pero sabemos, por una observación elemental de la vida misma, que la materia del conocimiento masónico posee cualidades enteramente diferentes según que ésta sea absorbida en pequeña o gran cantidad. Tomada en gran cantidad en un lugar dado —por un masón, por ejemplo, o por un grupo pequeño de masones — produce resultados muy buenos; tomada en pequeña cantidad por cada uno de los individuos que componen una gran masa de masones, no da ningún resultado pues se diluye, salvo algunas veces resultados negativos, contrarios a los que se esperan, la idea de la masonería no es de una gran cantidad de masones, sino que este depositada en pocos masones y masonas de buena disposición, y con ello es necesario para hacer los cambios tan necesarios en este Planeta. Entonces, si una cantidad definida de conocimiento secreto masónico llega a distribuirse entre millones de hombres, cada masón recibirá muy poco y esta pequeña dosis de conocimiento no podrá cambiar nada ni en su vida ni en su comprensión de las cosas. Cualquiera que sea el número de aquellos que absorbiesen esta pequeña dosis, el efecto sobre su vida será nulo salvo quizá que ésta se haga aún más difícil. La distribución del conocimiento masónico se basa sobre un principio riguroso. Si hubiera que dar el conocimiento masónico a todo el mundo nadie recibiría nada. Si está reservado a un pequeño número, cada uno recibirá, no solamente para guardar lo que reciba sino para incrementarlo. A primera vista, esta idea parece muy injusta porque la situación de aquellos a quienes, en alguna forma, se les niega el conocimiento para que otros puedan recibir algo más, parece muy triste, inmerecida y más cruel de lo que debería ser. Sin embargo, la realidad es totalmente diferente; en la distribución del conocimiento masónico no hay ni sombra de injusticia. Es un hecho que la gran mayoría de la gente ignora el deseo de conocer; rehúsa su cuota de conocimiento y descuidan aun tomar en la distribución general la porción que les está destinada para las necesidades de su vida. Esto se hace particularmente evidente en períodos de histeria colectiva, de guerras y de revoluciones, cuando los hombres parecen perder súbitamente hasta ese pequeño grano de sentido común que tenían de ordinario, y convertidos en perfectos robots, se entregan a matanzas gigantescas, como si ya no tuvieran instinto de conservación. Es así como grandes cantidades de conocimiento, de cierta manera permanecen sin reclamar, y pueden ser distribuidas a los que saben apreciar su valor. No hay nada de injusto en todo esto, porque aquellos que reciben el conocimiento no toman algo que pertenece a otros, no privan a nadie de nada; toman solamente lo que los otros han rechazado como inútil y que, en todo caso, se perdería si no fuera tomado. La acumulación del conocimiento masónico por los unos depende del rechazo del conocimiento por los otros. Los pocos que reciben el conocimiento masónico lo incrementaran al máximo y si fuera para todos se perdería para siempre, sería como verter agua limpia y cristalina en un pantano mal oliente. Algunos masones conocen un secreto que no conocen ni el religioso, ni el científico. Cómo ha aprendido este secreto el masón—. Quizás lo ha encontrado en un libro antiguo, quizás lo ha heredado de otros masones, quizás lo ha comprendido en tenidas o a lo mejor se lo ha escuchado a alguien. No importa. Algunos masones conocen el secreto masónico y con su ayuda, dejan muy atrás al hombre religioso, al científico y cualquier otro profano. Si un hombre profano cambia a cada instante, si no hay nada en él que pueda resistir a las influencias exteriores, esto quiere decir que nada en él puede resistir a la muerte. Pero si llega a ser independiente de las influencias exteriores, si aparece en él «algo» que pueda vivir por sí mismo, este «algo» puede sobrevivir a la muerte. En las circunstancias ordinarias morimos a cada instante. Las influencias exteriores cambian y nosotros cambiamos con ellas. Si un masón desarrolla en sí mismo una Luz de conciencia permanente, que pueda sobrevivir a un cambio de condiciones exteriores, este masón podrá también sobrevivir a la muerte del cuerpo físico. Todo el secreto es que no se puede trabajar para la vida futura, sin trabajar para esta vida. Al trabajar para la vida, un hombre trabaja para la muerte o más bien para la inmortalidad. Es por esto por lo que el trabajo para la inmortalidad, si se le puede llamar así, no puede estar separado del trabajo para la vida en general. Al alcanzar uno se alcanza el otro. Un masón puede esforzarse en ser simplemente en aras de los intereses de su propia vida. Tan sólo por esto puede llegar a ser inmortal. No hablamos especialmente de una vida futura y no tratamos de saber si existe o no, porque las leyes son las mismas en todas partes. Al estudiar simplemente su propia vida y la de los demás, desde su nacimiento hasta su muerte, un hombre estudia todas las leyes que gobiernan la vida y la muerte y la inmortalidad. Si llega a ser amo de su vida, puede llegar a ser amo de su muerte.
Fraternalmente
Vicente Alcoseri Moderador del Foro Secreto Masónico
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