Lecciones para masones siempre aprendices 
Hacia la mitad de aquel año 1995 estando en Logia, justo antes de la Tenida, el Hermano Manuel me preguntó con cierta brusquedad si todavía quería progresar en lo relacionado a la Verdadera Masonería. Me recordó mi deseo de aprender "todo lo masónico y llegar hasta el final" y me preguntó si había cambiado de opinión respecto a mí idea masónica. Le dije que no.  Me pregunto el Hermano Manuel "Entonces, ¿por qué no avanzas, si no has cambiado de opinión?". Con molestia dije que no lo había avanzado por varias razones, una de ellas era que veía en los demás masones apatía, soberbia e incluso estupidez, él me dijo: Que tus hermanos masones se revuelquen en su propia mierda, eso a ti qué te importa, además es tiempo que veas tu propia mierda y no la de los demás. El Hermano Manuel suponía que no lo había olvidado; pero era verdad estaba tan ocupado mirando defectos en los demás, sin atender mi propia problemática, pensé que no tendría caso seguir adelante si veía que los demás fallaban, luego de que el Hermano Manuel me  dijo, me concentrara en mi fue que tuve un atisbo de claridad masónica. Dijo que yo tendría que aprender sobre el mundo masónico, pero viéndolo desde muy dentro de mí. "Si quieres algo en masonería, lo tienes que ganar, tienes que trabajarlo bien, y olvidarte por completo de los grados masónicos y puestos en logia, me señalo al Hermano francmasón S.T.  y dijo mira el es grado 33° mira como parlotea y constantemente daña a la Masonería ¿quieres terminar como él? – Me quede pensativo – agregó, él  compró grados filosóficos, por unos cuantos pesos.  Esperas, comentó  Manuel  que yo lo piense todo  por tí; yo trabajo duro masónicamente, mucho más de lo que tú puedes imaginar; estás extraviado si también esperas que resuelva siempre lo que tú quieres". Añadió que me equivocaba al asumir que yo estaba demasiado alejado de la verdadera masonería, que  estaba ahí justo, que solamente debía decidirme."Si estoy ocupado en lo profano, no es asunto mío, es  tuyo. Si quieres que te enseñe masonería ,tienes que ser receptivo, ayudarte a ti mismo una  y otra vez. Esto muestra que quieres aprender de la Verdad Masónica ".Acepté mentalmente que me había equivocado, el Hermano Manuel lo percibió  y le pregunté cuándo comenzaríamos con  las "otras lecciones masónicas que me había comentado". Era el lunes por la mañana y me citó en su oficina a las diez de la mañana del día siguiente, martes. Cuando llegué allí a la mañana siguiente, llame  a la puerta, luego entré. Estaba de pie en medio de la oficina, vestido de forma inusual, estaba vestido de overol, me dijo se la paso en la madurada impermeabilizado, le dije me hubieras dicho con gusto hubiera ayudado. Me miró como asombrado. "¿Quieres algo a esta hora?", preguntó no sin amabilidad. Expliqué que había venido para mi lección masónica para aprendices, que me había prometido. Me miró como lo había hecho otras veces, como si no me hubiese visto nunca antes, como si fuera un desconocido, a tu eres Vicente el Aprendiz de Mi Logia, supe en ese momento me jugaba un juego, teníamos años de conocernos, además éramos tan afines, él como yo había tenido contacto con los chamanes mexicanos, de años atrás. Mirándome me preguntó:"¿Tenías que venir esta mañana?", claro preguntó como si lo hubiese olvidado completamente, vi que no aguantaba la Risa."Sí", dije, "a las doce en punto". Miró al reloj de su escritorio. Eran las doce y dos minutos, y yo llevaba allí por lo menos unos minutos. Se volvió hacia mí y mirándome a los ojos  como si mi explicación lo hubiese aliviado mucho, dijo: "Recuerdo que tenía una entrevista con un Poderoso   Mago esta mañana a las doce, pero no llegó, esperamos a ver si llega. ¿Por qué has estado aquí a las diez en punto, bienes en representación  del Mago?". Saque la cabeza para mirar a la calle, mire hacia todos lados, como en actitud de buscarlo, me encogí de hombros, Manuel sacudió la cabeza. Fue entonces que comentó "cuando llegas segundos tarde. El hombre puede morir en segundos. El hermano Manuel  me pregunta- ¿qué hora es?.- Y añadió - Yo vivo según mi propio reloj, no el de los demás. Si quieres aprender masonería de mí tienes que estar presente cuando mi reloj marca las doce en punto. Hoy no hay lección masónica para aprendices". No discutí con el Hermano Manuel pero reuní el coraje suficiente para preguntarle si eso significaba que nunca recibiría "Lecciones para masones siempre aprendices" suyas. Me despidió diciendo: "Seguro que tendrás lecciones masónicas y muchas a lo largo de tu vida, entendí que esa había sido una lección.  El Hermano Manuel me dijo ven el próximo martes a las doce en punto. Si es necesario puedes venir antes y esperar, es una forma de no llegar tarde a una cita masónica". Añadió no sin malicia: "...a menos que estés demasiado ocupado en lo profano para esperar a ver si llega el Mago". El martes siguiente yo estaba allí a las once y cuarto de la mañana. Salió de su oficina rápidamente cuando yo iba a llamar a la puerta antes de las doce. Sonrió y me dijo que le alegraba que fuese tan puntual. Entonces me preguntó cuánto tiempo había estado allí afuera. Se lo dije y él sacudió el cabeza bastante irritado. "Dije Hermano Vicente  la semana pasada que si no estabas ocupado con cosas profanas, podías venir antes y esperar pacientemente. No dije que desperdiciaras casi una hora como tonto, aquí afuera, sin atender  tu vida profana, me dijo la vida profana es importante para un masón, debes ser el mejor en la vida. Ahora nos vamos dijo el Hermano Manuel". Indico que cogiese un termo con café de la cocineta y le esperase después en su coche.  Condujo una distancia corta por una calle estrecha y de poco tráfico; detuvo su coche. Nos bajamos, me dijo que llevase el café conmigo y fuimos  a sentarnos abajo de un árbol al borde de una de esas plazas típicas de México. Había no lejos de ahí un grupo de albañiles que estaban construyendo un edificio. Su trabajo consistía en acarrear materiales de uno de dos montones grandes que había lejos de la construcción y llevarlos a donde se construía el Edificio, donde otros albañiles colocaban los materiales donde estarían ya permanentemente instalados. Los observamos en silencio mientras el Hermano Manuel bebía café, pero no me dijo nada. Después de un largo rato en absoluto silencio, por lo menos media hora, le pregunté por fin cuándo comenzaría la lección. Me miró con una sonrisa masónicamente  tolerante. "La lección comenzó  a las doce en punto", dijo. "¿Qué ves? ¿Observas algo?".Dije que había estado observando a los albañiles y que lo único fuera de lo usual que había visto era que uno de los albañiles iba al montón que estaba más lejos del lugar de la construcción. "¿Por qué Hermano Vicente crees que lo hace?".Dije que no lo sabía pero que parecía estar haciendo cada vez más esfuerzo puesto que tenía que llevar las pesadas piedras cada vez más lejos. Lo mismo podía haber ido al montón de materiales más cercano con su carretilla."Es verdad —dijo entonces el Hermano Manuel— pero tienes que mirar siempre todos los lados antes de juzgar. Ese Albañil también da un agradable paseo a la sombra de los arboles a lo largo del trayecto cuando vuelve por la siguiente piedra. No es estúpido. En un día no acarreará tantas piedras con su carretilla, la cual incluso no la llena al tope. Siempre hay razón lógica de por qué la gente hace las cosas de cierta manera; es necesario encontrar todas las razones posibles antes de juzgar a la gente". Siempre es bueno observar a los albañiles, observar el arte de la construcción; de ahí podemos sacar analogías con nuestra masonería especulativa, hoy vistes a ese albañil, pero existieron muchos más detalles que pasaste por alto. El lenguaje Masónico del Hermano Manuel  fue en esa ocasión inequívocamente claro y definido, aunque no prestaba demasiada atención a como los demás veían a la Masonería, los demás masones de mi Logia, perdían mucho tiempo en la letra muerta de la constitución masónica, en las formas, y olvidaban el fondo esencial masónico. Me decía el Hermano Manuel huye de la Masonería destructiva, en esa donde todos pelean y se agreden, busca siempre la compañía de Hermanos Masones Auténticos, siempre los habrá. No dijo nada más ese dia; yo tuve la sensación de que me forzaba a observar todo lo que ocurría a mi alrededor y lo que ocurría dentro de mí, con la mayor atención que podía, en parte debido a la propia concentración con la que el Hermano Manuel se proponía. Ese día transcurrió rápidamente y volvimos a su oficina; él a hacer sus cosas y yo a mis labores. Volvería por la siguiente lección de aprendiz masón el martes próximo a la misma hora. No me detuve a pensar en lo que había —o no había— aprendido ese día, pero hoy lo pondero; comienzo apenas  a entender que "aprender masonería" en el sentido autentico no dependía de resultados obvios en el sentido profano  o que sean así repentinos, y que uno no podía esperar que el conocimiento o la comprensión surgiesen inmediatamente. Comencé a tener, cada vez más, la sensación de que el Verdadero Masón esparcía conocimiento masónico mientras vivía, sin tener en cuenta si éste era aceptado y usado 

Fraternalmente Vicente Alcoseri  
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