SECRETO MASONICO › El siguiente relato es milenario y da cuenta de lo que somos o deberíamos ser:El Carruaje El siguiente relato es milenario y da cuenta de lo que somos o deberíamos ser:El Carruaje Imaginemos un Carruaje; un cochero está sentado en un carruaje tirado por un caballo que él guía. El cuerpo, nuestro cuerpo es en si el carro, los tres forman un Todo: el cochero, el carro y el caballo. El Yo Intelecto es el cochero, las emociones son el caballo y nuestro cuerpo el carro. El vehículo posibilita a operar al caballo y al conductor. El caballo, que es la emoción es la fuerza motriz, aquello que nos jala, que nos impulsa, en si es un estado de la consciencia emocional. Esto es necesario para propulsar el carruaje. El conductor, en nuestro ejemplo, es aquello que percibe, de una manera superior al caballo y al carro, el propósito y las grandes posibilidades; es el Yo Intelectual, y quien hace posible que el carruaje avance hacia su meta y lo logre.→ Cualquiera de los tres, por sí solos, no podría realizar funciones. Pero la función combinada de los tres lo llevaría al éxito total, pero los tres deben estar perfectamente en armonía. A esto llamamos el movimiento del carruaje, y no puede ocurrir a menos que los tres estén conectados de la Manera Óptima.→ Solamente el Cochero El Yo Mayordomo, el Ser Intelecto, conoce la relación entre los tres elementos, y la necesidad que tienen el uno del otro.→ Entre los Masones, el trabajo Mayor es el conocimiento de combinar los tres elementos. Muchos cocheros, un cochero dormido, un caballo moribundo, un carro con las ruedas quebradas, demasiado pesado, etc. Y el resultado no tendrá lugar. En nuestros templos masónicos están representados en el Oriente por la Diosa Minerva, la parte intelectual; y en Septentrión y Mediodía a la Diosa Venus y a Hércules respectivamente; Venus el emocional y Hércules la Parte Motriz. → Este cuento con algunas variantes se ha contado infinidad de veces, seguramente usted ya lo había escuchado o leído, tal vez fue presentado en alguna tenida masónica por algún Q:.H:.- el punto es entenderlo y meditarlo a profundidad. → Pero, el cuento no para ahí, luego que esto sucede, que todo está en armonía: cochero, carro y caballo, aparece el Yo Superior, que tomando las riendas del carruaje lo conduce al campo de la Verdadera Acción. → Existen tres ciencias en el estudio del hombre. La primera es la ciencia académica externa; la segunda es la ciencia de los estados de consciencia, estados interiores, a menudo llamados iluminación; la tercera, que es la ciencia más importante, es la Ciencia de la Realidad, de la Verdad que yace más allá de aquellas dos. → Únicamente el conocimiento interior lleva aparejado el conocimiento de la Ciencia de la Realidad. Las otras dos son cada una a su modo, producto secundario de la tercera Ciencia. Y al final las ciencias académicas y esotéricas son inútiles sin la tercera Ciencia.→ Hablando del estado interior del hombre mecánico, Gurdjieff hizo muchas analogías. En alguna ocasión comparó el estado interior de un hombre con un Carruaje (centro físico), el Caballo (centro emocional) y el Cochero (centro intelectual), y subrayó la importancia de pensar en el significado de esas tres cosas distintas en el Hombre. Lo importante en esta analogía es que esas tres cosas distintas no están en relaciones correctas unas con otras. El Cochero no está en la caja; el Caballo no está alimentado en debida forma, sus arneses no están bien enganchados al Carruaje; y el Carruaje mismo está en malas condiciones. "¿Cuál, preguntó una vez G. es la razón de todo esto? La razón es que el Cochero está sentado en una taberna gastando su dinero en bebidas y no da alimento a su Caballo ni presta el debido cuidado al Carruaje. Con el fin de cambiar este orden de cosas, dijo Gurdjieff, es necesario que el Cochero reciba un choque que lo despierte." → Ahora bien, la interpretación de esta analogía o parábola puede ser encarada desde diferentes lados. Tomaremos el ángulo desde el punto que el Cochero, después de haberse dado cuenta de su estado, tendrá que trepar eventualmente a la caja del Carruaje, esto es, debe elevarse en su nivel para llegar a un lugar de control. Pero es preciso comprender primero que es posible encarar el despertar del Cochero en muchas etapas. Hay que sacudirlo para que despierte de su borrachera, y luego debe levantarse y salir de la esfera de la taberna, y después observar el Caballo, y luego el Carruaje, y así sucesivamente. Después de ocuparse del Caballo y el Carruaje debe trepar a la caja y finalmente asir las riendas y conducir el Carruaje de la mejor manera que pueda. → La parábola prosigue diciendo que si realiza todas estas cosas un cuarto factor quizás aparezca en escena, es decir, el Amo tal vez se halle sentado en el Carruaje y dando órdenes al Cochero indicándole a dónde debe ir. Pero, se agrega, el Amo nunca podrá sentarse en el Carruaje a menos que el Cochero esté en la caja y se haya apoderado de las riendas y haya hecho lo posible tanto para el Caballo como para el Carruaje. Esta parábola trata en realidad de todo el objeto del Trabajo. El objeto que se propone el Trabajo es el de alcanzar el "Yo" Real en uno mismo, a través de la larga senda interior que pasa por uno mismo, a través del Recuerdo de Sí y el trabajo sobre sí. El "Yo" real es el verdadero Amo en la parábola. Nos enseñan que tal como somos no tenemos "Yo" real ni tenemos estabilidad interior y nunca conocemos lo que en realidad debemos hacer. → En nuestro estado presente, primero un "Yo" se hace cargo de nosotros y luego otro "Yo". Nuestro estado es comparable al que está representado en la parábola de la Torre de Babel. Según esa parábola, aparentemente hemos gozado en otro tiempo de unidad interior pero algo falló y la multiplicidad apareció, a saber, en lugar de ser uno llegamos a ser muchos. En general, nuestro Ser es definido en el Trabajo por la multiplicidad para distinguirlo del Ser de un Hombre Consciente. Somos una multitud de diferentes "Yoes" que tiran de diferentes direcciones, todos con su propia voluntad de sí, y lo que llamamos grandiosamente nuestra voluntad no es sino la resultante de todas esas diferentes voluntades. Así nuestra tarea es la de lograr la unidad, y ni un solo "Yo" que conocemos o podemos observar al presente tiene la suficiente fuerza para darnos esta unidad y ordenar y subordinar todos los demás "Yoes" en un todo. Sin embargo, podemos formar sustitutos para el "Yo" Real que, empezando con el "Yo" Observante, son llamados en una secuencia ascendente de importancia y poder. El alcanzar el "Yo" Real es el logro principal de todas las metas. → Vemos en la parábola del Caballo, el Carruaje y el Cochero que no hay probabilidad alguna de alcanzar el nivel donde existe el Amo o "Yo" Real o de oír su voz y recibir las instrucciones referentes a lo que debemos hacer con nuestra vida a no ser que despierte primero de su sueño, del sopor en el que todos estamos sumergidos, que está representado por el Cochero sentado en la taberna sumido en el sueño de su borrachera. La primera tarea es pues, la de despertar al Cochero porque a menos que esto tenga lugar nadie se ocupará del caballo, ni tampoco del Carruaje. Se puede decir que el Carruaje representa el cuerpo y la gente piensa que basta empezar con el cuerpo pero no es así, en efecto, puede sumir al Cochero en un sueño más profundo. → ¿Cuál es el método empleado por el Trabajo para despertar al Cochero y la naturaleza del choque que se debe dar? si el Cochero se da cuenta que está dormido suele ser suficiente para que despierte. ¿Con qué se ha emborrachado? Una de las cosas es la imaginación. Estamos ebrios de imaginación. Como es sabido, el Trabajo se refiere al "Yo" Imaginario. El Hombre cree poseer un "Yo" Real tal como es, del mismo modo que imagina ser plenamente consciente. Cree ser un individuo verdadero, que no experimenta cambio alguno, que es permanente, dotado de plena voluntad y plena conciencia. No tiene "Yo" Real sino que es su imaginación la que crea el "Yo" Imaginario en él. Se oculta a sí mismo su extremada debilidad interior por medio de la imaginación.→ Ahora bien, si un hombre se da cuenta que no tiene "Yo" Real, ni Voluntad Real, que todo cuanto ha sentido y pensado a este respecto sobre sí mismo es simplemente llamado "Yo" Imaginario, entonces puede despertar de su ebriedad en la taberna donde gasta su dinero en imaginaciones. Este es un aspecto de la posición del Hombre desde el punto de vista esotérico. Tengamos presente que el problema del esoterismo es siempre el mismo, a saber, cómo despertar al Hombre de su estado de sueño y hacer que se dé cuenta que está dormido. La enseñanza esotérica no sólo considera al Hombre como un ser aún no consciente, sino como un ser que se ha embriagado con su imaginación y derrocha su fuerza en la falsedad y la violencia. → Se ve entonces la necesidad de iniciar esta enseñanza con la observación de nuestro sueño. Todas las formas de enseñanza son completamente inútiles a menos que el Cochero despierte. Es fácil ver la razón de este orden de cosas. La enseñanza impartida a un hombre que está bebiendo en una taberna sólo será recibida por su imaginación y aumentará su estado de sueño. Si se le dice que es un ángel lo creerá y beberá más que nunca. Por cierto esto aumentará su estado de sueño, su estado de imaginación. En el Trabajo no nos dan nada que pueda alimentar lo que imaginamos acerca de nosotros mismos, sino todo lo contrario. Gurdjieff nos dice que somos máquinas que carecen de "Yo" Real, que no somos sino retratos de nosotros mismos, que lo que llamamos "Yo" es sólo imaginación, que carecemos de Voluntad Real, que somos una masa de contradicciones que nada advierte debido a la enorme cantidad de topes y las diferentes formas de almohadillas que tenemos, que aun no somos conscientes, etc. → No es agradable el que nos digan que somos mecánicos, tan sólo máquinas, y que nada hacemos conscientemente. Pero esta clase de enseñanza no tiende a prolongar nuestro sueño en la taberna si la valoramos y la aplicamos a nosotros mismos. Cuando nos damos cuenta, aun en pequeñísimo grado, que somos mecánicos, y que esa máquina, sobre la que se cierne el "Yo" Imaginario, lo hace todo, experimentamos un choque. Ese choque tal vez no sea otra cosa al comienzo que un sentimiento de inquietud por no ser lo que hasta ahora suponíamos ser. Con todo, aun ese sentimiento es el comienzo del despertar y se acrecentará si lo nutrimos porque es la verdad. Todo despertar tiene un sabor amargo, como retornar a la escuela. Ahora bien, cuando un hombre despierta del sueño empieza hasta cierto punto a recordarse a sí mismo, no a su "Yo" Imaginario, sino algo más profundo, que eventualmente llevará al "Yo" Real, que es nuestra verdad. Empero el poder de la imaginación es tan grande que las gentes no desean despertar y experimentar siquiera momentáneamente el áspero sabor que acompaña a los momentos de mayor conciencia. Tratan de ahogarlo, aun cuando su sufrimiento y desdicha en las cuestiones de la vida ordinaria sean muy grandes. → Se ven personas tan fastidiadas por una cosa u otra, de las cuales podrían escapar si despertaran, que prefieren deliberadamente su fastidio antes que enfrentarse con el despertar y levantarse y salir de la taberna y ocupar el fugar que le corresponde en la caja de su propio carruaje. Tal como somos, no tenemos nada que sacrificar, nada que merece ser sacrificado, salvo nuestros estados negativos, nuestro sufrimiento negativo, nuestras depresiones y jeremiadas. Sólo podemos sacrificar lo que amamos. Los retratos que nos forjamos de nosotros mismos hacen que nos atribuyamos muchas cosas que no existen, salvo en nuestra imaginación. No se puede sacrificar algo que existe tan sólo en la imaginación. Pero amamos tanto nuestro sufrimiento, nuestra tristeza y desengaños, nuestros estados negativos, que aquí tenemos algo que sacrificar para que la orientación de nuestro amor pueda cambiar. → Todos hemos visto alguna vez cómo las personas se emborrachan con su propio sufrimiento y no pueden prestar atención al de otra persona y siempre se demoran en su sufrimiento, ya sea franca o secretamente, compadeciéndose a sí mismas. Este demorarse en el sufrimiento es una forma de ebriedad imaginativa. Es una forma fascinante de ebriedad que impulsa al Cochero a gastar mucho dinero. ¿Acaso no conocen su típica canción de desdicha para tabernas? → Para despertar, el Cochero debe empezar a pensar. Las ideas del Trabajo nos llegan primero desde larga distancia. Oímos una voz que nos dice cosas una y otra vez. No prestamos mucha atención a lo que nos dice. Estamos soñando con otras cosas o esperando que nuestros pequeños acumuladores se llenen otra vez, para correr de un lado para otro como lo hacíamos antes. Al cabo de un tiempo algo cae en el oído del dormido Cochero. Oye algo y se mueve y quizá levante la mirada un instante. "Sí", piensa, "es muy cierto". Ha empezado a pensar. Si las cosas andan bien su oído mejora y en lugar de pasarse el tiempo bebiendo, a veces piensa y otras sigue bebiendo. Está aún en la taberna. Su Caballo todavía pasa hambre. Los arneses están en pedazos y el Carruaje necesita ser reparado y pintado. Pero aún no tiene conciencia de todo ello. Su pensamiento no es lo bastante fuerte para llegar a ser emocional y ponerlo de pie y hacer que vaya hasta la puerta y discierna su estado interior. → Para conducir el Carruaje, el Cochero debe ascender a un nivel más alto que el suelo. Pero antes que esto suceda debe decir: "Voy a conducir". Esta es una decisión y es seguida por el tener que subir. Ahora bien, ocurre aquí algo muy extraño, porque en realidad tiene que bajar. No puede conducir desde el "Yo" Imaginario, desde la Falsa Personalidad, desde cualquier cosa en él que cree poder hacer. Nunca será capaz de conducir desde el orgullo o la vanidad, sino desde lo que a este respecto es más bajo en él, desde lo que es más sencillo, genuino y sincero. Por eso para subir es preciso que baje. Cuando dice: "Conduciré", si cree que puede hacerlo él mismo y para sí mismo, romperá las riendas, destrozará las ruedas y caerá. Esta decisión "Conduciré" debe ser dicha con una delicadeza de comprensión que implica la existencia de que es necesaria otra cosa. Porque ¿a dónde ha de conducir? tendrán que decírselo y luego obedecerá, y así no es el Cochero en el imperioso sentido del hombre que imagina que puede hacer y meramente hace lo que le da la gana. Hacer en el sentido de Trabajo significa en última instancia, obedecer al Amo que puede aparecer de súbito en el Carruaje. → Para que todo esto ocurra, otras etapas y otras experiencias son necesarias internamente. Su atención será atraída por ciertos lados de sí mismo. En esta comunión interna con uno mismo que proviene de la creciente necesidad del Trabajo y el creciente conocimiento nuevo de uno mismo logrado con la observación de sí, percibirá que ha de elevarse antes de poder conducir, es decir, alcanzar otro nivel, de otro modo está destinado a un continuo fracaso y probablemente renunciará al intento de hacer algo consigo mismo en el camino que lleva a la transformación de sí. En otras palabras, tiene que elevarse al nivel del Recuerdo de Sí porque nadie puede conducir su Caballo y Carruaje a no ser que tenga algo de la intensidad de Conciencia y Percepción de Sí que pertenecen al Tercer Estado de Conciencia al que apunta el Trabajo. → ¿Cuál es la cosa más importante que debemos practicar? tornarnos más conscientes y, de hecho, llegar al nivel de Recuerdo de Sí, de Percepción de Sí y de Conciencia de Sí. Algunas personas, no comprendiendo el Trabajo, aunque están en contacto con él, ven que la vida tal como es hoy es una tragedia, una completa confusión. Y al llegar a ese punto se vuelven a veces negativas, sin comprender que esto es exactamente lo que el Trabajo enseña sobre la vida. Se quedan clavados, no viendo el Trabajo, sino tan sólo el caos de la vida. → El Trabajo enseña que un hombre debe ver todo lo que sucede en la vida y darse cuenta que esto es así porque el Hombre no es propiamente consciente. El Trabajo subraya constantemente que la vida es mecánica y que ello se debe a que el Hombre al estar dormido, no es propiamente consciente. Sí, pero el Trabajo agrega que la práctica de esta enseñanza hace que un individuo sea más consciente cuando la ha comprendido y le da instrucciones conducentes a llegar a ser más consciente y así alcanzar otro nivel de sí mismo. Cuando un hombre se observa sinceramente a sí mismo durante un largo período se sobrecoge y a través de ese sobrecogimiento llega a una mayor conciencia de sí. → Sí lo realiza con una continua renovación del significado de las ideas enseñadas en el Trabajo llegará a ser aún más consciente por más que le sea doloroso, y alcanzará un nivel en sí mismo desde el cual podrá dominar correctamente los lugares negativos en él mismo, los pequeños "Yoes" en las partes mecánicas de los centros que hasta ahora lo habían controlado. El objeto del Trabajo es este elevarse en uno mismo desde la muerte mecánica, a la que se tomó equivocadamente por la vida. Hablando en términos corrientes, vivimos en un nivel bajo de nosotros mismos. Por ejemplo, vivimos demasiado en los pequeños y desagradables "Yoes", en las pesadas partes mecánicas de los centros, en sueños, y así contribuimos también al sueño general de la humanidad, ayudamos a mantener al mundo dormido. Lo que se refiere en la parábola del Cochero, dormido en la taberna en sueños e ilusiones acerca de sí mismo, es exactamente este despertar del sueño de la humanidad que nosotros compartimos. Para que un hombre despierte es preciso que deje de tener ilusiones y una falsa imaginación, y aquí viene el agudo trabajo realizado por la observación de sí que separa al hombre de sí mismo y le posibilita abandonar la taberna.→ Es preciso comprender que esta no es una etapa exactamente delimitada, sino un proceso gradual de prueba y exploración. Todo se hace ordenadamente mediante la Ley de Siete. Es preciso defender el propio propósito infundiéndole fuerza; es precisa una continua re-visita, re- estimulación de uno mismo → Según George Ivánovitch Gurdjieff, una persona está representada por el simbolismo de un carruaje tirado por un caballo. → El carro sería el cuerpo físico, su constitución, acabado, dureza y capacidad de soportar peso, velocidad y largos trayectos. Las varas del carro y los amarres al caballo, sería el simbolismo de nuestra energía vital o el llamado "cuerpo etérico".→ El caballo sería la representación de nuestras emociones más descontroladas que, una vez sujetas, se transforman en sentimientos y energía, siguiendo una dirección marcada por las riendas que maneja el cochero. → El cochero simbolizaría la mente concreta, el ego de andar por casa, el hombre ordinario y corriente que conoce los caminos más inmediatos de la vida y desarrolla un trabajo cotidiano y normal. El pasajero, sería el Alma, o yo superior, al que Gurdjieff llamaba "el Amo". → Pero en la vida corriente, casi siempre, el carro está estropeado. Los amarres están mal montados y dañan al caballo, o, son tan flojos que no sirven para tirar. → El caballo está para domar, hace lo que le da la gana y no obedece al cochero. Muchas veces se desboca y se despeña por un desfiladero... El cochero, casi siempre está borracho, no conoce bien los caminos, no se entiende con el caballo y no lo cuida como es debido. La mayoría de las veces, el cochero, en vez de estar subido en el carruaje, está en la taberna, bebiendo sin parar y jugando a las cartas... Es un incompetente, y sabe de todo, menos de caballos y carruajes... El Amo, generalmente, no está subido en semejante carroza, porque el cochero no entiende su voz y no atiende a lo que le dice el Alma, así que, el Amo, no puede hacer el viaje que debería de hacer y terminar el camino con un final feliz para todos en un lejano Palacio donde reside el Rey... Tendrá que esperar...→ Semejanzas entre la masonería y el cuarto camino→ En Oriente Minerva, que simboliza el saber humano Centro intelectual Superior Col:. J -Hércules, representa la fuerza Centro Motor Superior Col:. B Venus Citerea, representa la Belleza Centro Emocional Superior La idea de los tres centros o cerebros, no es propia de Gurdjieff, esta ya la encontramos en antiguas filosofías hindúes. En alguna ocasión comparó el estado interno del hombre con un Carruaje , el Caballo y el Cochero y destaco la importancia de delinear las diferencias entre un centro y otro, así como la sustitución equivocada de estos al momento de actuar. → Lo importante en esta analogía es que esas tres cosas distintas no están en relaciones correctas unas con otras. El Cochero no está en su asiento de conductor; el Caballo no está alimentado debidamente, sus arneses no están bien enganchados al Carruaje; y el Carruaje mismo está en malas condiciones < sus ruedas están sin engrasar >. ¿Cuál, preguntó una vez Gurdjieff. es la razón de todo esto? La razón es que el Cochero está sentado en una taberna gastando su dinero en bebidas y no da alimento a su Caballo ni presta el debido cuidado al Carruaje. Con el fin de cambiar este orden de cosas, dijo Gurdjieff, es necesario que el Cochero reciba un choque que lo despierte. Seguramente tanto la masonería como el cuarto camino tomaron de alguna fuente las ideas de los tres centros → |